El pasado 25 de junio una delegación del Exército Brasileño (EB) comandada por el general de Brigada Hertz Pires do Nascimento, actualmente encargado de la doctrina del ejército brasileño, fue recibida con todos los honores por el Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra español (JEME), general de Ejército Francisco Javier Varela Salas, en su visita a la Brigada ‘Rey Alfonso XIII’ de la Legión (BRILEG), localizada en la base “Álvarez de Sotomayor” en Viator (Almería). previamente, un mes antes, el general Francisco Varela había visitado a su homólogo brasileño, el general de Ejército Edson Leal Pujol, en el Fuerte Caxias (Río de Janeiro).
Las vulneraciones de derechos humanos del Ejército brasileño
Lo relatado hasta ahora sería normal si no fuera porque el Ejército brasileño está acusado de múltiples violaciones de los derechos humanos y constituye uno de los nefastos ejemplos de militarismo (encomendar labores de seguridad interior a los cuerpos militares) acaecido en Latinoamérica en los últimos años junto a México, Colombia o Argentina. Que el Ejército español se preste a blanquear la imagen del Ejército brasileño e incluso a compartir conocimiento con este, resulta en extremo preocupante si tenemos en cuenta las denuncias que existen en la actualidad sobre las actuaciones de los militares brasileños.
En un estudio realizado por más de 25 organizaciones de derechos humanos titulado “Circuito Favelas por Derechos” se denuncia que los habitantes de las favelas de Río de Janeiro han sufrido hasta 30 tipos de violaciones de los derechos humanos por parte de los militares brasileños. El listado es tan extenso como escandaloso: robos, agresiones sexuales, extorsiones, amenazas, agresiones físicas, ejecuciones, matanzas o disparos al azar. Que el Ejército español comparta información y conocimiento, así como relaciones normalizadas, con un ejército acusado de tales violaciones de derechos humanos resulta alarmante. El estudio fue publicado en los medios de comunicación el 27 de septiembre de 2018, pocos meses antes de comenzar las amistosas relaciones entre ambos ejércitos.
La situación, además, se ha visto agravada desde que se aprobara en octubre de 2017 una ley que ha otorgado las competencias a la justicia militar en la investigación de las muertes ocasionadas por las actuaciones policiales de las fuerzas armadas. Esta normativa no solo constituye una violación de los derechos humanos y una vulneración clara a las recomendaciones de la ONU (Informe Decaux, 2006), sino un blindaje a los excesos que los militares pudieran cometer. De hecho, en febrero de 2018 una intervención policial de las fuerzas armadas terminó con siete personas muertes sin que el episodio haya podido ser investigado por un organismo independiente e imparcial.
En un país como Brasil en el que cada dos horas y media una mujer resulta violada y se registran más de diez violaciones colectivas por día, no es complejo imaginar que la actuación de un Ejército blindado jurídicamente por la justicia militar no supone la mejor de las noticias. Menos aún si tenemos en cuenta que el propio presidente brasileño y excapitán del Ejército brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, exhibe una preocupante cultura de la violación con expresiones como “no merecería ser violada porque es muy mala, muy fea”.
Por si fuera poco, los informes existentes demuestran que la intervención de los militares en Río de Janeiro no solo no ha reducido la violencia, sino que la ha aumentado. Desde febrero de 2018, fecha en la que se inició la intervención militar, se registraron 1.502 tiroteos con 284 muertos y 193 heridos. Un año antes, en 2017, se produjeron seis matanzas con 27 muertos. Y Río de Janeiro solo es el “laboratorio de Brasil”, pues la idea del gobierno ultraderechista brasileño es militarizar el país.
La lamentable legitimación de Brasil y su ejército
Que el Ejército español se reúna y mantenga relaciones cordiales con un ejército como el brasileño, denunciado por vulneraciones de derechos humanos resulta por completo intolerable para España y para sus fuerzas armadas, pero también revelador. No existe ni parece encontrarse incomodidad alguna entre ambos ejércitos. Deberíamos reflexionar al respecto. Y mucho.
Luis Gonzalo Segura es exteniente expulsado por denunciar corrupción en el Ejército de Tierra y autor de ‘Un paso al frente’ (2014), ‘Código rojo’ (2015), ‘El libro negro del Ejército español’ (2017) y ‘En la guarida de la bestia’ (2019).