jueves, 21 de noviembre del 2024

Paco Casero: La primera conferencia del SOC la realizamos en Sevilla, en un colegio de monjas en Nervión

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A sus setenta años sigue acudiendo cada día a desarrollar su función en la sede de la Fundación Savia, a las seis de la mañana. Así, desde que volvió de Menorca, dónde se encontraba a gusto, pero hay que ver cómo tira la tierra. Llegó y, aunque no procedía del campo, vio las carencias del mundo rural. Y, con el casi recién nacido Partido Comunista Internacional (PCI), luego Partido del Trabajo, junto a Gonzalo Sánchez, de Lebrija y otros compañeros de Morón y de Posadas, para romper la instrumentalización partidista de Comisiones Obreras crearon las Comisiones de Jornaleros. Para ayudar al campo, dice. Las Comisiones de Jornaleros fueron el germen, la base, de la Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores (CSUT).

Su objetivo era ayudar al campo, pero con condiciones. Con la condición de que fueran plurales, de que no se impusiera el «pensamiento único», como en «otras».

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También vimos que debíamos incorporar a Diamantino García Acosta y su grupo, la gente que le seguía, que eran muy interesantes. Tuvimos la primera reunión en Sanlúcar la Mayor, en el Colegio de los Salesianos, donde se decidió su creación. El 1 de agosto del 76, nos volvimos a ver en Antequera, en una Iglesia, donde quedó formado el SOC (Sindicato de Obreros del Campo), integrado en la CSUT, en una iglesia que me gustaría volver a ver, porque entonces todo había que hacerlo en iglesias, pero muchas veces nos llevaban, ni siquiera sabíamos a dónde íbamos. La primera Conferencia del SOC la realizamos en Sevilla, en un colegio de monjas en Nervión.

Paco sonríe, un rastro de ironía que recuerda con agrado. “Ojalá siguiera siendo así”. ¡Como han cambiado las cosas! Entonces la izquierda se refugiaba en la Iglesia. En las iglesias. Se conquistó la autonomía y le propusieron ser Defensor del Pueblo, pero no aceptó. “Creo que Chamizo ha hecho una magnífica labor”. Protagonista de reivindicaciones, de marchas a pie por Andalucía, de huelgas de hambre, acciones pacíficas capaces de movilizar a mucha gente, se centró en lo agrícola y, profundizando, ahondando más, en la agricultura sostenible, compañera de la Ecología. El recorrido por el campo de una persona que no venía del mundo rural es el motivo de esta entrevista.

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¿Por qué este recorrido hasta el momento actual?

Porque debemos dejar de lado lo secundario. Las peleas por las listas sólo muestran la mediocridad de los políticos. De la inmensa mayoría, cuando menos. Hay que dedicarse a lo fundamental, a mejorar la calidad de vida. Y ahí hace falta la Sociedad Civil. La participación de la gente es lo único capaz de mejorar el mundo.

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¿La Savia es sabia?

La savia es vida. Y la Fundación Savia defiende los valores del mundo rural. Ayudamos a poner en valor lo rural en toda Andalucía. Lo fundamental son los debates y la iniciativa. Hasta ahora hemos desarrollado quince encuentros, en debates abiertos, en distintas zonas; suelen durar tres o cuatro horas, y la asistencia viene siendo de entre cincuenta y ciento cincuenta personas. La Administración acude, para escuchar y dar su opinión al final.

¿Tanta gente en debates?

El 6 y 7 de abril lo tuvimos en Serón, porque no vamos sólo a las localidades grandes, también a las pequeñas y a las pedanías. Nuestro objeto es poner en valor todos los lugares, por eso organizamos acciones culturales, empresariales y lúdicas. En Cortes de Baza, por ejemplo, estuvimos muy bien, era el día del almendro. Fue una fiesta muy participativa, allí no fuimos a comer a ningún restaurante; cada familia preparó su plato, o sus platos, y los compartimos. Otra reunión la hicimos en Zamoranos, en el Museo del almendro.

¿El olivar?

Hemos hecho un estudio contra el arranque de olivos, que se está volviendo a dar y debemos evitarlo.

¿Y el agua de Doñana?

También estamos en eso. Pero no queremos ni enfrentamientos ni deterioro. Al nuevo Gobierno andaluz le hemos llevado un documento de 15 páginas, porque sus noventa puntos no recogen nada del mundo rural ni del cambio climático.

Y todo este trabajo ¿cómo se desarrolla, cómo se financia, quién respalda esta Fundación?

La Fundación cuenta con cuarenta y siete patronos, más los colaboradores, porque aquí no cobramos nada, somos todos voluntarios. Y todo se decide en reuniones abiertas. El costo de mantenimiento corre a cargo de los patronos. No tenemos ni queremos subvenciones. Esto es consecuencia de un proceso de compromisos personales. Los patronos son personas comprometidas y el trabajo lo aporta la Sociedad Civil.

¿Marca esto diferencias entre Sociedad Civil y Gobierno?

Nosotros no buscamos diferencias, buscamos complementar. Está claro que la implicación en los problemas se da más en quien los sufre, la Sociedad Civil, que el Gobierno. La misión de la Sociedad Civil es plantearlo a la autoridad y presionar para que la autoridad cumpla.

Esta Fundación Savia ¿es consecuencia de o nace del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica?

Es consecuencia de la necesidad de cuidar y mejorar el mundo agrícola. La constituimos cuando dejé la presidencia del CAAC.

Tienes mucha afición a crear cosas y dirigirlas.

Es lógico. Con diez años presidí una asociación de niños en la emigración y con veinticuatro años me volví, parece una contradicción, pero no podía estar más tiempo fuera.

La tierra tira.

Fíjate: mi tierra es mi casa.

Te costaría trabajo adaptarte, después de toda tu infancia y parte de tu juventud en Menorca.    

Me pude adaptar. Creo que es lo más normal cuando se procede de Andalucía.

Y entonces nació el SOC.

Poco a poco. El Sindicato de Obreros del Campo fue el segundo paso, el primero fueron las Comisiones de Jornaleros.

Todavía dentro de Comisiones Obreras. ¿No os atraía CCOO?

Vimos que era necesario evolucionar, que dábamos el paso o se perdía interés.

Pero los sindicatos son entidades reivindicativas, y tú te orientaste al mundo empresarial.

Di mejor al mundo rural.

A los sistemas productivos, al ecologismo.

Todo tiene su tiempo. Las Comisiones y el SOC quedaron formadas y había que seguir avanzando. El futuro estaba en la ecología, en la agricultura ecológica.

Y nació el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica.

Dejé el Sindicato en el 84 para desarrollarme en el movimiento ecologista. Creo que deben marchar juntos monte, vida, trabajo, agricultura y ecologismo.

Pues la agricultura y el Medio Ambiente siempre están a la gresca.

Por eso hay que reforzar la necesidad que cada uno tiene del otro. Hicimos el Pacto Andaluz por la Naturaleza, para fomentar los valores de la ecología, para proteger las vías pecuarias y fomentar más vida social. Fomentamos un sistema productivo distinto, en el I Seminario Permanente de Agricultura Ecológica.

¿De ahí surge el CAAC?

Así es, y somos la primera Comunidad, con sello de producción ecológico propio. Andalucía decidió crear uno propio, y ahora somos una referencia mundial. Hemos marcado pauta; somos una entidad respetada, la más potente de Europa. Pero llevábamos 25 años ya, el CAAC funciona y no me gusta ser «un jarrón chino», muy bonito pero inútil. Por eso di otro paso; ofrecer otra cosa, que continúe el proceso comenzado en los 70.

¿Crees que has acertado?

Sí. La Fundación está siendo un revulsivo. Es importante levantarse todos los días para trabajar, no vivir de las rentas, sino sentirse útiles. Y ahora estamos trabajando en la recuperación de la Laguna de La Janda.

Pero en los setenta el ecologismo no se entendía, incluso estaba mal visto.

Tú lo sabes de sobra, que creaste una de las primeras asociaciones y el primer periódico ecologista. En realidad, todo es ecología. No en los 70: a finales de los 80 los empresarios se reían de la agricultura ecológica. Pues hace veinte años que somos un referente mundial.

Pues hay quien todavía se ríe.

La ignorancia es muy mala compañera. No tienen futuro.

¿Tienen futuro los pozos de Doñana?

No podemos pedir una cosa y olvidarnos de otra, hay que aportar soluciones para conservar la naturaleza, dando vida a su entorno. La conservación y la producción deben ir unidas.

¿Cómo? Porque la agricultura le quita agua al Parque.

Si el entorno de Doñana no se desarrolla, la gente mirará a la costa.

De todas formas, miran. El Ayuntamiento de Almonte quiere ampliar Matalascañas, y eso necesita más agua y acabaría con las dunas, un ecosistema único en Europa.

La ampliación de Matalascañas es una barbaridad. Es un peligro muy grande para el Parque.

El espacio natural más importante, más delicado y más en peligro de Europa. Pero no sólo la urbanización: la fresa consume mucha agua.

No tanta. Hay sistemas de riego muy tecnificados, lo que no hay es planificación.

¿No sería necesario optimizar los cultivos, adaptarlos a las condiciones de cada suelo?

Claro. Esa es la cuestión. Ha faltado una visión global. Es necesario cultivar, sin dañar los ecosistemas. Pero también hay que tener en cuenta el consumo de las urbanizaciones. El agua necesita una estrategia, necesita diálogo.

¿El diálogo que hay con la Dehesa?

No, eso no. (sonríe, comprensivo y contrariado al mismo tiempo) La Dehesa se está perdiendo; se está acelerando el proceso. Es necesario articular una respuesta unitaria, ponernos de acuerdo. Las universidades, las instituciones, están investigando cada una por su cuenta, y ni siquiera se conocen. Es necesario unir todos los esfuerzos. Y el resultado debe ser poner en valor el producto de la Dehesa. No se deberían permitir esas macrogranjas donde los animales viven apretados, entumecidos. Pero ¿está la gente dispuesta a pagar el costo del ganado extensivo? Pues ahí está la cuestión: hay que diferenciar. No todo el ganado es igual, y no vale igual el jamón serrano, que el del cerdo criado en granjas, o alimentado con pienso. Esa diferenciación tiene que ser seria. Este es uno de los asuntos en que debe intervenir la Sociedad Civil, porque debe tomar conciencia

¿Niegas que los regadíos intensivos le quiten agua al parque?

Hay 4,9 millones de aguas superficiales que no se aprovechan.

¿Te refieres a la que se tira al mar, procedente de los caños, brazos y marismas desecados? ¿Por qué se han desecado? El brazo de la torre ya no existe, ya no hay islas.

No hay proyecto. Ese es el problema. No hay una visión global. Se está llevando agua del río para bañar el arroz. Hay que resolver el suministro de agua a Matalascañas, no seguir extrayendo del acuífero.

¿Y la elección de cultivos? ¿Se están manteniendo los cultivos idóneos a cada tipo de suelo?

Eso es muy importante. Hay que adelantarse al cambio climático y dejar las modas. ¿Cómo se puede promocionar el melón en Navidad? No es de recibo traer agua del norte de Europa, con el agua tan buena que tenemos aquí.

¿En qué otros campos se defiende Savia?

Hemos planteado la creación, a nivel mundial, del Defensor de las generaciones futuras, para evitar que se encuentren un mundo tan degradado que sea irreversible. Hasta ahora lo han suscrito 196 ayuntamientos, cuatro diputaciones, la Universidad de Granada y varios cientos de organismos, además de asociaciones y personalidades que se están adhiriendo. También promovemos el consumo de cercanía; eso ahorra costos y beneficia al pequeño agricultor. Es mejor defender la diversidad y el cultivo de calidad. En Italia ya se consumen más de seis mil millones de euros de productos de cercanía.

Hay que dejarlo, podríamos alargar la charla varias horas, pero mejor será tratar asuntos concretos en el futuro. Paco tiene que preparar un nuevo viaje. El último, hasta la celebración de esta entrevista. Con todas sus virtudes y todos sus (posibles) defectos. Con muchos Paco Casero, tendríamos una Andalucía mucho mejor, ¿verdad que sí?

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