Podemos ¿está lleno de tontos? ¿O de inútiles? Porque tontos útiles, no son. Ni siquiera tontos, que son gente muy preparada y las intervenciones de sus miembros han estado más que bien, perfectamente motivadas y razonadas. Entonces ¿para qué cavan su fosa? Hace falta un estudio sociológico con urgencia, por favor, que alguien nos ayude a comprender. Si existe alguien capaz de comprender, es evidente. Así que “preferirían que Sánchez agotara la legislatura” pero lo dejan solo, negándose a firmar presupuesto y otras leyes. ¿Coherencia? ¿Qué coherencia? Egoísmo, más que eso, egolatría, la misma de los nacionalistas de PdeCat y Ezquerra. ¿O uno y otro ignoran que en política no cabe el maximalismo, que el “o todo o nada”, sólo ha sido remedo de un slogan comercial, a una frase teatral de Pemán, D. José Maria?
En toda actividad humana se deben medir las consecuencias de los propios actos, al menos a medio plazo. O más. Y en política, con más motivo. Los políticos, acostumbrados a defender su idea por encima del encargo de sus votantes, por encima de las necesidades reales de la población, llegan al paroxismo de la incongruencia con esos intereses personales, cuando se lanzan directos al precipicio. Todos sabían que dejar sólo a Sánchez era abocarlo a finiquitar su período. El ridículo de acabar con Rajoy para facilitar el acceso a la derecha más fascistoide del partido derrocado hace unos meses. Ganará o no. Pero, si no necesitamos encomendarnos a Santa Rita, no será gracias a la “coherencia” ideológica de Podemos, ni de PdeCat, ni de ERC, ni siquiera capaces de darse cuenta que se pierden votos si se pierde la confianza de sus electores, y también si se facilita el acceso al enemigo. Muy “digno”, que los de Iglesias se negaran a aprobar una Ley si no contenía todas y cada una de sus exigencias, por cierto justas y deseables. Pues también cuenta que, con ello lo empujaron al abandono. La política debe estar basada en la tolerancia y el diálogo. Se corrompe cuando se basa en la cerrazón y la intransigencia. Cuando desde diversas comunidades estamos exigiendo al gobierno comprensión y diálogo con Cataluña, no se entiende como pueden sus dirigentes enroscarse sobre sí mismos, como un caracol escondido en su frágil caparazón, pese a ser conscientes de que, ahora, ya puesta en marcha la máquina por el Gobierno de Rajoy, no es el Presidente del Gobierno quien juzga a los presos políticos, ni es responsable de su encarcelamiento, ni tiene capacidad legal para sacarlos de la cárcel antes de celebrarse el juicio.
¿Hasta dónde puede llegar la locura? Hasta ahora el mundo se ha estado riendo de la política y de los tribunales españoles. Ya le están dando motivos para que puedan reírse, también, de los opositores a este régimen de oprobio. Una pena, porque la risa aquí es dramática. Quien se ríe por no llorar denuncia la tragedia. Ignoramos si el 28 de abril ganarán los grupos que se llaman “de izquierda”, o el indisimulado ultraderechismo de quienes se declaran “de centro” (como no sea por su centralismo). Todos intentan extrapolar los resultados de Andalucía, auto-denunciando su pasión por los retrógrados, pese a que sólo hay una coincidencia. Y es que si no espabilan, si no llevan ilusión al electorado, volverá a ganar la abstención, la que pone en el poder a los nostálgicos de la dictadura, al IBEX35 a quienes, una vez en Europa, les estorba la democracia que necesitaban para entrar.
Es posible que, en cualquier caso, los partidos catalanistas mantengan su situación, que ojalá mejoren. Es posible que la mantengan, al menos. Es muy posible que Podemos se mantenga, sólo en el caso de que “algún” dirigente baje del pedestal y pise el suelo para ilusionar a quienes fueron sus seguidores y a quienes aún no, pero podrían haberlo sido. Es posible. Pero, aún así, no han pensado cuanto tendría que subir el PSOE, para alcanzar mayoría juntos. ¿Qué esperan? ¿Volver a votar a Sánchez para provocar nuevas elecciones tres meses después? Por desgracia, no puede haber negociación si cada parte no cede algo. Las exigencias de Podemos eran justas y lógicas, pero entre dos males -votar la ley del Presidente ó dejar el sitio a la derecha más recalcitrante de Europa- siempre debería elegirse el menos malo. Porque eso, además, les permitiría fortalecerse.
Faltan dos meses y diez días para el enfrentamiento electoral. Si son capaces de recuperar la confianza del electorado, si tienen agallas para agitar y evitar el alto grado de abstención, tienen todas las papeletas para gobernar. Pero, aún así, necesitarán pactar, hacer acuerdos, ser representantes de sus gobernados, y de evitar las dañinas mayorías absolutas. Se necesitarán pactos, acuerdos, diálogo, negociación y participación, única forma de practicar la democracia que viene faltando en este reino autodiscordante, desde 1982.