Según los hechos, el guardia civil Ángel Luis Viana, conducía aquel 25 de abril de 2016, con un machete de 45,5 centímetros atado a su espalda y su arma reglamentaria en la mano. Una pistola semiautomática Beretta del modelo 92 FS.
Tras varios kilómetros por la A3, dirección Madrid-Valencia, se cruzó con el Opel Zafira de Younes Slinanni, un marroquí de 39 años. Al ver que se trataba de una persona con rasgos magrebíes, sospechó que era un terrorista, y comenzó una persecución que acabó con la vida de Slinanni.
Un frenetico hostigamiento que cesó tras dispararle 11 veces por la espalda, propinarle una «inhumana paliza” y pegarle un tiro en la sien para rematarlo, según la resolución judicial del Tribunal Supremo.
El guardia civil en algún momento de la detención alegó lo siguiente: «Antes de que un moro nos reviente de un bombazo, lo reviento yo».
En una sentencia de la que ha sido ponente la jueza Carmen Lamela, el Supremo ratifica la condena del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), que rebajó ligeramente la de la Audiencia Provincial de Madrid, que lo condenó en un primer momento a 16 años de cárcel.
Hoy acaba de confirmarse la pena de 14 años por el TS, acusado por un delito de conducción temeraria y otro de asesinato, al actuar con alevosía y ensañamiento, con la circunstancia eximente incompleta por trastorno mental transitorio «de delirio y trastorno psicótico«.