El referente histórico de Anova esta vez no se hace a un lado y toma partido, poniendo tierra de por medio con Luís Villares, el líder orgánico y parlamentario de En Marea. Si en las volcánicas primarias de la confluencia no apoyó formalmente ninguna de las opciones en juego, Beiras apuesta ahora con claridad por «saltarmos os marcos das nosas leiras» [saltar los marcos de nuestras fincas] y por «arar nunha agra aberta» [en campo abierto]. Sólo así se puede derrotar «a la bestia» —en alusión al fascismo que, alerta, se otea en el horizonte—en defensa común de los valores republicanos, afirma.
Beiras ha hablado y lo ha hecho con claridad. Sus mensajes en twitter —medio en el que se mueve como pez en el agua (un poco como, desde sus antípodas ideológicas, lo hace Donald Trump)— suelen pesar bastante en el campo de la izquierda gallega a la izquierda del PSOE. Y qué ha dicho Beiras? Que la coyuntura actual no invita ni al ensimismamiento ni al aislamiento orgánico, sino a explorar vías de confluencia más amplias, fuera de los marcos partidarios. Si bien sus apelaciones a construir lo que califica como «unidad popular» son muy recurrentes desde hace años, él cree que ahora es mucho más necesario que nunca esa convergencia: nunca lo fue tanto «desde 1945 en Europa y 1981 en el estado español», dice.
El asunto es que la confluencia gallega no se pone de acuerdo a la hora de materializar el tótem de la unidad popular, a la hora de decidir como ir a las elecciones, si como partido o como coalición de partidos.
Para el núcleo villarista al mando de En Marea —el partido instrumental que como tal se presentó a las elecciones gallegas de octubre de 2016— la unidad la tienen que protagonizar los militantes de a pie y no las estructuras partidarias pre-existentes. Esto es, la unidad ya es En Marea. Para Podemos, Anova y Esquerda Unida, En Marea sólo es una parte y no puede representar el todo. «Lo que le falta a Villares es cierto realismo: no se puede conjugar la unidad pidiendo que determinadas organizaciones se hagan el hara kiri y desaparezcan», dicen los críticos. Villares contesta que no quiere la defunción de los partidos, sino que se comporten como «motores auxiliares», una expresión patentada por Beiras. En realidad, a lo que aspira el juez en excedencia es a que los partidos hibernen y a que la única organización partidaria en ejercicio sea la propia En Marea.
El debate es muy complejo porque no sólo encierra consideraciones orgánicas. Tiene también que ver, en realidad ahí está el origen de todo, con cuestiones ideológicas, de proyecto político. Para los villaristas, el tripartito Anova-Podemos-Esquerda Unida está entregado a la dirección estatal del partido morado. Para los críticos, el proyecto villarista es levantar un BNG bis.
Es posible la síntesis? Talvez lo sea por puro pragmatismo electoral. El viento de las encuestas no viene de popa y los analistas de la confluencia más pesimistas prevén un notable retroceso en la representación (en puestos de salida sólo se consideran seguros dos escaños, uno por A Coruña y otro por Pontevedra). El cisma sería un «suicidio», reconoció días atrás Luís Villares. La inminencia de las elecciones municipales, con la confluencia obligada a defender tres alcaldías urbanas (Ferrol, A Coruña y Compostela), también podría aconsejar una desescalada en el conflicto interno y un arreglo, siquiera frágil, para ir juntos a las elecciones.
En esa dirección ha apuntado este lunes la diputada en el Congreso y ex coordinadora nacional de Esquerda Unida, Yolanda Díaz. «Podemos llegar hasta tiempos límites y arreglar las cosas», ha dicho, al tiempo que ha calificado de «torpe» centrar el debate en el seno de En Marea en la «fórmula jurídica», o partido o coalición, con la que concurrir a las elecciones generales del 28 de abril.