El vacío que se ha hecho a Vox lo llena ahora el juez Marchena, sesgando las actuaciones a favor de unos testigos cuyas deposiciones contienen presuntas mentiras de grueso calibre, como por ejemplo con Soraya nuestra exvicepresidenta chachi.
Soraya fue a testificar con una sonrisa criminal, muy estirada y tensa, recitando de memoria (como un robot), las respuestas a las preguntas. Parecía molesta al ver que la abogacía del estado y la fiscalía fracasaban una y otra vez en intentar criminalizar a los líderes independentista, si hubiese podido habría usurpado a fiscales y abogados del estado, su puesto en este juicio que sólo podrá considerarse justo, si termina en absolución y con condena a la injusticia de la judicatura española.
Por suerte vivimos en Europa, en pleno siglo XXI y la sonrisa cínica del régimen no puede liderar un pelotón de fusilamiento contra los presos políticos catalanes, su sonrisa trasmitía odio total a unos demócratas que intentaron acabar con el régimen del 78 para el bien de los pueblos ibéricos.
Soraya acabó con Rajoy, pero le traicionó las ansias de poder y sin quererlo encumbró a Pablo Casado (un racista, homófobo, rancio y machista), perdiendo su profundo deseo de liderar una derecha autoritaria en la España de sus amores, más cerca del franquismo que no de la democracia.
Le diríamos a la exvicepresidenta chachi, con mucho cariño, que se eche un buen polvo para relajarse pero sólo de imaginárnoslo nos recorre un escalofrío desde la rabadilla hasta la nuca que nos deja helados… mejor ni pensarlo.