La última sesión matinal de esta semana en el Tribunal Supremo ha permitido escuchar el relato de los responsables de los dispositivos de seguridad de la Policía española y la Guardia Civil para el 1 de octubre. Tanto Sebastián Trapote -ex jefe Superior de la Policía en Cataluña- como Ángel Gozalo -ex jefe de la Guardia Civil en Cataluña- han tratado de mantener vivo el relato de violencia y el levantamiento civil contra las fuerzas de seguridad españolas, con la connivencia del Govern de Puigdemont y, también, de los Mossos.
Trapote ha comenzado las acusaciones poniendo mucho énfasis en las «enormes dificultades» que tuvieron para acceder a los colegios electorales durante la jornada del referéndum. Explicó que los manifestantes, con actitud de «virulencia extrema», decidieron incluso hacer cadenas humanas para impedir su tarea y, al contrario de lo que dicen las imágenes, empujarlos antes de que comenzaran las cargas policiales.
En su turno, Gozalo ha reafirmado el testigo de su predecesor e, incluso, aseguró que los CDR tenían «formación teórica y práctica» de resistencia para lograr defender el referéndum. Según el Guardia Civil, le pareció que la actitud del independentismo era «prebélico».
Las fuerzas del Estado, «acosadas»
Además, Ángel Gozalo ha asegurado que todos los miles de agentes de la Guardia Civil notaron en el otoño de 2017 un clima de especial hostilidad en contra suya. El motivo, cree, es que el independentismo «les tenía ganas» porque eran ellos quienes estaban haciendo todo para impedir el referéndum antes del 1 de octubre.
Gozalo relató que hubo más de un centenar de episodios de acoso a agentes pero, también, a familiares y amigos de los implicados. Ha asegurado que varios cuarteles de la Benemérita sufrieron todo tipo de acciones de la ciudadanía, con el claro objetivo de intimidarlos.
Además, ambos jefes de Guardia Civil y Policía española han asegurado que ciudadanos siguieron los coches de los agentes desplazados por todo el territorio para contar en todo momento donde estaban situados. Así, dicen, conseguían avisar a las personas concentradas ante los colegios más cercanos.
«Violencia obstinada» y supuestas lesiones
Trapote, sin aportar pruebas o imágenes grabadas por los policías españoles, aseguró que si hubo choques el uno de octubre entre los dos bandos, fue por culpa de las «agresiones» de los manifestantes. Ahora bien, a preguntas de las defensas, ha tenido muchos más problemas para hablar de violencia, ya que, por ejemplo, ha reconocido que en ningún momento hubo armas y que tampoco hubo policías heridos de gravedad.
Eso sí, el antiguo jefe de la Policía española en Cataluña no ha tenido ninguna duda en decir que les tiraron toda clase de objetos antes incluso de las famosas cargas.
Fruto de esta violencia de los manifestantes, han aparecido dos nuevas contradicciones entre los testigos. La primera, el número de agentes españoles heridos durante la jornada del referéndum. Trapote y Gozalo, como los anteriores testigos de esta semana, dijeron una cifra cada uno. Ahora bien, Ángel Gozalo, a diferencia de lo que reconocieron el ex número dos de Interior, José Antonio Nieto y el coronel Diego Pérez de los Cobos, aseguró que sí hubo 5 agentes de la Guardia Civil obligados a pedir la baja por lesiones.
Los Mossos, culpables de pasividad
Más allá de eso, otro punto clave era su punto de vista sobre el papel de los Mossos y el Mayor Trapero. A preguntas de las acusaciones, muchas de ellas con la respuesta ya inducida, ambos testigos han acusado al cuerpo policial de pasividad «manifiesta» y de poca o nula colaboración en la elaboración del dispositivo.
De hecho, esta semana nos hemos hartado de oír decir que el gran agravio de los Mossos fue, precisamente, decidió que por encima del cumplimiento del mandato judicial -es decir, impedir como fuera el referéndum- estaba la tarea de garantizar la seguridad y la convivencia en las calles.
Por todo ello, Trapote y Gozalo han señalado que el dispositivo que pretendían desarrollar los Mossos -y que ellos no llegaron a ver- sería «del todo insuficiente» y que estaba destinado, no a detener el 1 de octubre, sino a garantizar el funcionamiento de la jornada. Algo, a su juicio, impensable para un cuerpo de seguridad judicial español. Quizás, esto justificaría que semanas antes del 1 de octubre, y antes de que decidieran actuar en solitario, Policía española y Guardia Civil ya tenían diseñado un dispositivo propio donde no se incluía la cooperación y coordinación con los Mossos.
Actuaciones «exquisitas» en las cargas
Por último, ambos mandos han defendido la «profesionalidad» de los agentes que acudieron a los centros de votación el 1 de octubre. Aseguran que actuaron siguiendo órdenes judiciales, aplicando los criterios de «proporcionalidad» e, incluso, que en muchas ocasiones decidieron no actuar «para no causar agravios demasiado elevados». Vamos, que no arrancaron a cargar porque no quisieron…
Incluso, Trapote ha defendido que el 20 de septiembre, numerosos agentes de la Policía española intentaran entrar en la sede de la CUP. Asegura que lo hicieron porque «había serios indicios de que allí había material del referéndum». Resulta, sin embargo, que lo que había era publicidad del partido.