No hay cosa más desagradable, para aquellos y aquellas amantes de la música clásica y la ópera, ver como una orquesta, pasa del color al blanco y negro por la pésima y nefasta gestión de una gerencia, más volcada al servilismo económico en beneficio de una gestión municipal y partidista, que en la calidad musical.
Esto es lo que lleva ocurriendo con la Orquesta Filarmónica de Málaga, antes Orquesta Ciudad de Málaga, desde que, la falta de compromiso cultural por parte de los responsables políticos, que debieran haberse tomado mucho más en serio el aporte cultural, y de prestigio nacional e internacional que supone una Orquesta, más para una ciudad como Málaga, volcada en lo económico en la alternativa turístico cultural, dejó todo esto en manos de una gerencia muy alejada de cualquier sentido de lo que es la calidad musical.
Esto es mucho más grave cuando hablamos de una orquesta como esta, que, en un principio, cuándo fue creada con el fin de dotar a la ciudad de Málaga de un instrumento cultural de primer orden, con todos los medios puestos a disposición de la calidad de sus maestros músicos, y de una gerencia de máxima altura como fue la del añorado y nunca olvidado Benjamín Esparza, logró las máximas cotas de calidad reconocida a nacional e internacional.
Se logró una etapa en la que el Teatro se llenaba de abonados, y los conciertos tanto en Málaga como por el resto de Andalucía, España y Europa viajaban de éxito en éxito. Una ciudad incardinada con una Orquesta, una ciudad que aplaudía a los grandes solistas y directores de prestigio internacional. Una época en que la vida de la Orquesta iba mucho más lejos que el simple concierto, era verdadero instrumento, nunca mejor dicho, de dinamización cultural y social.
Un día, alguien apagó la luz. Coincidió el desgraciado fallecimiento del Gerente, con un cambio de gobierno con nula sensibilidad musical y artística. Poco a poco, donde antes había luz, comenzaban a aparecer sombras. No se optó por contratar a un gerente capaz de continuar con la labor de la Orquesta, no se apostó por seguir con el crecimiento en calidad y prestigio de la Orquesta, y con ella la de la cultura de una ciudad como Málaga, sino por terminar con todo ello en aras de la economía mal entendida, y, por tanto, por la mediocridad sin fin.
Una Orquesta que termina con sus ejercicios económicos con superávit, es el ejemplo claro del desastre artístico, más cuando ese dinero, no se emplea en la mejora de la Orquesta, o de la Sala de Ensayos de Carranque que está en pésimas condiciones, sino que queda no se sabe muy bien, reservado para, ya nos gustaría saber para qué otras prioridades, como se pudiera pensar en algún periodo, destinado al Festival de Cine o la Feria de Málaga (se intuye, se piensa, se supone, ya que nunca dieron explicaciones). Del mismo modo nunca se explicó el aporte económico de la Orquesta Barroca, donde se intuye que pudiera ver sombras e intereses personales; las extrañas condiciones en las contrataciones, el modo tan a la deriva de gestionar la bolsa de trabajo y un largo etcétera de, no vamos a hablar de irregularidades, sino de falta de compromiso y de prioridades con la Orquesta a la que se gerencia.
Pero hay algo mucho más desagradable. La falta de interés es tal por parte de la gerencia, que es casi misión imposible verla escuchando un concierto, excepto si acude algún político afín, o acompañando a los directores invitados; esa actitud de cualquier persona que tenga un mínimo de sensibilidad artística que hace que se sea educado, amable y gentil con los invitados a tu casa. No se puede invitar a directores y solitas a una orquesta, y después no ir ni a recogerlos, acompañarlos al hotel y estar atento de estos durante su estancia en nuestra ciudad.
Muchas las faltas de compromiso, intencionado o simple ineficacia en la gestión con la Orquesta. Mucha verdadera falta de respeto a lo que significa la música, los maestros músicos, sus condiciones de trabajo, la dirección, la programación, y el glamour necesario para ello. La luz de la música, en manos de un gerente que vuelca su gestión en la contabilidad en vez de en lo artístico, se fue apagando poco a poco, hasta pasar de una Orquesta en color, a una Orquesta en blanco y negro.