Pues a Hacienda habrá que darle deberes para casa. Si el parón es grave, más grave es que el Gobierno y su Ministerio, necesiten clases de matemáticas, a saber: un parón de consumo supone menos venta, en general. Menos venta supone menos beneficio para las empresas. Menos beneficio lleva a disminuir el empleo. Y menos empleo lleva a menos consumo. Y ya se ha desatado “la crisis”. Porque esto tiene que ver con el huevo y la gallina; ahí está la clave. En la tercera frase, la de disminuir el empleo. La gente no deja de comprar porque sí, si deja de comprar es porque no, vamos, porque se ha quedado sin dinero. Porque en una familia de tres personas con uno o dos parados, la economía se resiente. Se resiente con gravedad si encima, a los precios a los que se ha lanzado la vivienda, para mantenerla hace falta, como mínimo, un sueldo. Ahí está el problema.
La gente deja de comprar cuando se queda sin dinero, y se queda sin dinero cuando llega el paro. Pero las empresas, las grandes más que nada, tienen otros medios de dejar a la gente sin trabajo. Por ejemplo, la mecanización. O maquinización, que quizá esté mejor expresado. Gracias a la maquinización, la empresa gana más con menos costo. Y hay más gente en la cola del paro, dispuesta para agotar el presupuesto de la Seguridad Social. Pero el Gobierno, pobrecito, no lo sabe. Y menos mal que no ha calado el “zapaterismo”, y no nos vuelven a llamar “no patriotas” por hacer números y por constatar que volver a la no-industria del ladrillo nos está dejando otra vez con el culo al aire. Más al aire que nunca.
El Gobierno no puede recomendar “que no caiga el consumo”. No tiene derecho. De nada sirve la advertencia, ni la amenaza, en tanto el consumo depende del ingreso. El trabajo del Gobierno es impedir que el consumo baje, es decir, que baje el ingreso de las familias, más aún, que desaparezca. Que una empresa de distribución en grandes superficies anuncie grandes plataformas de distribución para venta on line, incluso de perecederos ¿cuántos puestos de trabajo perdidos supone? ¿Han hecho las cuentas? El Gobierno tal vez no pueda impedir que las grandes empresas vendan sin empleados, ni que la gente, tan amiga de la inmediatez, de la comodidad, del precio-por-encima-de-todo, se deje engatusar por la comodidad -acompañada de inseguridad- de comprar desde casa. Pero sí puede exigir a la empresa una parte de ese beneficio extra, con el que paliar el problema creado a cientos de familias por cada “plataforma onlain”. ¡A que va a resultar que está ahí la clave para financiar una renta básica universal!
Es normal que la ultraderecha del trifachito lo rechace, tienen que defender a quienes les financian, a sus superiores jerárquicos. Pues también deberían recapacitar, porque en la medida en que el capital vaya dejando de necesitar trabajadores y directivos de todos los ámbitos, no va a quedar sueldo ni para ellos. Ni para que monten un escenario desde el que lanzar sus bulos, ni un caballo para “bacilar” en internet. La ambición del capitalismo es comprensible. La acción contrapuesta de la Administración, aunque la Administración estuviera llevada por los servidores del capital, es justamente contrarrestar esa ambición con medidas correctoras para beneficio de la mayoría.