Errores que el mismo Pablo Iglesias ha reconocido, hecho que le honora, pero que seguramente llega tarde. Esperemos que no sea así, y el partido de la esperanza renazca e impida a un líder hecho a base de odio, que odia a Catalunya, decida en el futuro del estado.
Hoy ya sabemos que Albert Rivera no tiene equilibrio mental para liderar un gobierno como el español, ni siquiera haciendo de telonero, su megalomanía ha provocado ya en España una multitud de crisis en su propio partido y su odio al país donde nació va a complicar enormemente la gobernabilidad del estado.
Podemos y su líder Pablo Iglesias tiene aún una oportunidad de recuperar el papel transcendental de llevar al PSOE por la senda de los grandes cambios que necesita el Estado Español. Pero mientras no sea contundente con la monarquía de Felipe VI, heredera del franquismo, no hará creíble su voluntad de cambio.
Si Pablo Iglesias no asume su papel de líder para cambiar el Estado Español, partiendo de la renuncia a la monarquía y la apuesta por el derecho a la autodeterminación de los pueblos ibéricos, será Albert Rivera el que pactará con Pedro Sánchez y dejará el Estado Español en una situación de débil democracia, ingobernable para mucho años y con el problema catalán, vasco o gallego eternizado y radicalizado.
O democracia plena con el derecho a la autodeterminación o un gobierno del PSOE controlado por un desequilibrado lleno de odio hacia el país que lo vio nacer. Pablo Iglesias tiene en parte la palabra, o asume aquella revolución del 15-M o será un político más del montón.
