Enciendo la radio, reviso las noticias. Mi desayuno es el análisis mediático que cada día me dibuja como está el mundo.
Brexit me obliga a estar pendiente de cada debate que tiene lugar en la Cámara de los Comunes. La sensación que desprenden los discursos es agónica. Theresa May, que parece aconsejada por el mismo Rajoy, dejó podrir el tema hasta llevarlo al límite. La crisis constitucional en Reino Unido es innegable. Lo dice claro el portavoz del Scottish National Party (SNP), Ian Blackford: “Si Westminster falla, Escocia actuará”.
Todos saben lo que significa y por primera vez May se pone pálida, reconoce la coherencia y la constancia de Escocia y trata de templar gaitas. A última hora, la Primera Ministra británica pide tiempo muerto y la UE no sólo concede, sino que le prepara el plan que ella no tiene o no quería tener.
Una manifestación de unos dos millones de personas, según cifras de la Policía de Londres, exige un segundo referéndum. Mientras la gente marcha y corea consignas, Jeremy Corbyn se hace una foto con una estatua en algún lugar de Inglaterra. Se oyen cantos de “Oh Jeremy Corbyn, ¿dónde estás, Jeremy Corbyn?”.
La petición oficial que pide la revocación del artículo 50 supera ya con creces los cinco millones de firmas y ha batido todos los récords de la historia de las peticiones populares. ¿Lo lograrán? Puede ser, gracias a la prórroga concedida por los 27, el artículo 50 tiene nueva fecha límite y puede ser revocado unilateralmente según el Tribunal Superior de Justicia Europeo.
Cambiando de continente, veo que Nueva Zelanda da un ejemplo de cómo lidiar con los problemas de la tenencia de armas y la islamofobia después de una masacre que una vez más pone los pelos de punta. La impresionante Haka de los estudiantes hace brotar lágrimas. Lloro, no puedo evitarlo; tengo desde hace años una fuerte conexión fraternal con este pueblo y estos cantos. Algún día visitaré tierra maorí.
Y mientras en Nueva Zelanda toman medidas, aquí algún iluminado quiere que se abra la veda de las armas en casa. No es raro. Esto sucede con organizaciones que siembran odio y racismo; ocurre con organizaciones que tienen a defensores del Ku-Klux-Kan como estrategas y criminales de guerra como maestros de ceremonias. Son un peligro para la sociedad y para la democracia y desgraciadamente los medios de comunicación les sirven de plataforma y los blanquean.
La democracia y la libertad de expresión exigen políticos y prensa responsables. Parece que no acabamos de entenderlo.
En este Estado la revoltura no cesa. El caos galopa acelerado con declaraciones preocupantes también en materia de violencia de género. Creo que en el Paleotíco inferior se hubiera entendido mejor el grito del 8-M. Pero aquí, al parecer, pasamos de la necesidad de saber que llevamos dentro, a reutilizar el rancio argumentario de la Sección Femenina y a justificar que muchas mujeres deban pedir permiso para salir a la calle, vestir de uno u otro modo, o a tener que explicar insistentemente las razones urgentes de un pacto de Estado contra la violencia machista y contra el fascismo. Qué poca y qué mala memoria tenemos.
Y es que Pablo Casado no sólo se dedica a mentir y a pelear por los votos de la extrema derecha; no contento con eso el máximo responsable del PP ha decidido hacer un máster de geografía y a situar a Getxo en Guipúzcoa. Y lo anuncia en rueda de prensa acompañado por las candidatas de Vizcaya que ni siquiera se atreven a corregirlo.
¿Sabéis qué? Creo que me voy a sacar un máster en paisajismo político.
¿Y aquí en Galicia? Ya no sé por dónde empezar. Como me descuide voy a tener que poner la Euskal Telebista para enterarme de lo que pasa en mi tierra…
En Atención Primaria sigue la huelga mientras el Gobierno de Feijóo gasta un dineral en carteles para los hospitales (que se vea que son públicos).
El personal de la CRTVG continúa con sus viernes negros para exigir que se cumpla la Ley de Medios de Galicia y cesen las represalias al tiempo que cada día se acotan más los programas culturales y divulgativos; y mientras, algunas voces de extrema derecha atacan nuestro idioma, nuestros derechos y hasta la Constitución que tanto dicen defender.
Veo que la Plataforma Casalonga sin Residuos, del ayuntamiento de Teo, acaba con una multitudinaria manifestación vecinal su jornada de protesta continuada de 24 horas. La actividad de la antigua cantera se ha reactivado y el área va a ser utilizada como vertedero. El silencio de la administración de Núñez Feijóo es tan atronador como escandaloso. La irresponsabilidad política también lleva el nombre de mutismo. Una humilde recomendación: prepárense para lo que viene. De aquí a mayo vamos a tener que escuchar muchas más barbaridades al mismo tiempo que deberemos indagar en la poca prensa responsable que existe para mantenernos informados. Y tendremos suerte si al final todo este caos queda en anécdota y en susto. En ese caso habrá que celebrarlo con una buena “festa rachada”.