El caso Pablo Iglesias
Según LaRepública.cat, la opinión pública española se ha medio escandalizado ahora con los casos de espionaje sufridos por Pablo Iglesias y Podemos, que ha paseado por los medios de comunicación su enojo explicando que ha pedido a la Audiencia Nacional impute a Eduardo Inda, por su relación de llamadas con el comisario José Manuel Villarejo.
Además, los abogados de Iglesias piden que se levante el secreto del sumario del caso para poder acceder a todas las pruebas. En este sentido, los juristas de Podemos creen que ha quedado demostrado la relación entre las cloacas del Estado y Eduardo Inda.
El caso Puigdemont
Pero los medios españoles no se han hecho eco de la misma manera sobre la investigación de Bélgica sobre las balizas instaladas en el coche del ex Carles Puigdemont y que, además, incluye como posible sospechoso un fiscal de la Audiencia Nacional. La policía belga señala en sus informes Carlos Bautista Samaniego, uno de los principales expertos estatales en euroórdenes, podría estar implicado.
Los agentes lo sitúan a finales de enero del 2018 en un hotel de Bruselas que consideran clave en la operación de espionaje a raíz de una llamada de una de las tarjetas SIM británicas relacionada con las balizas. El fiscal español estaba en Bruselas, en ese hotel y durante la misma semana que la policía belga cree que comenzó el seguimiento.
Un escandaloso precedente probado que implica directamente las cloacas del Estado
El actual candidato a senador por Gupúzcoa por Bildu, Gorka Elejabarrieta, es también jefe del Departamento de Relaciones Internacionales. Él fue una de las personas que que representaba el esauerra abertzale en pleno proceso de paz durante la época de la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero.
Durante la primera década de los 2000 su residencia estaba en Bruselas. Su hogar también le servía como despacho y espacio de reuniones. Tal como ha explicado el propio Gorka a la La República comenzó a tener sospechas de que era espiado por España.
Pifias del servicio de espionaje español
Empezó a sospechar que podía tener el teléfono pinchado cuando medios españoles publicaban informaciones que muy poca gente podía conocer. También empezó a ver como gente lo seguía por las calles de la capital europea. En 2003 hubo otro caso en Finlandia, nos cuenta. El embajador español en el país escandinavo tenía una copia de su agenda particular y «se reunió con todas las personas con las que yo tenía previsto encontrarme» dentro del mismo contexto del proceso de paz vasco.
«Hay una anécdota que no he explicado todavía. Un importante diplomático europeo, que no te puedo decir quien es, me explicó que la embajada española le citó para advertirle de que no se podía reunir conmigo. Él contestó a los españoles que no tenía ninguna noticia mi ni tenía previsto reunirse conmigo. Pero sólo 24 horas después recibió un e-mail mio donde lo citaba para tener un encuentro. Resulta que el servicio de espionaje español corrió demasiado y se adelantó a que yo hiciera la petición».
Las pruebas irrefutables del sucio espionaje
Ante aquellos hechos, comenzó a buscar por su casa hasta encontrar un micrófono oculto. Al avisar a la policía belga, el servicio de contraespionaje encontró todo un sistema de control y grabación. «Me explicaron que para llevar a cabo esa infraestructura el servicio de espionaje español debería haber entrado mínimo 3 veces de manera ilegal en mi casa» narra Gorka. «Una para tomar medidas y colores de las paredes y pensar el material, otra para hacer la instalación que incluyó carpintería, yeso y pintura y una tercera para comprobar que todo funcionaba».
Y es que las cloacas del Estado instalaron un avanzado y meticuloso sistema de espionaje con cableado, micrófonos y un envío encriptado en algún punto situado a 2 kilómetros a la redonda. «La embajada española entraba en este radio» explica el candidato de Bildu. «Me arrancaron el zócalo de toda la sala» narra Gorka y con uno de madera vacío por fin, instalaron todo el sistema, muy innovador para la época, hecha por una empresa checa y distribuida desde Madrid. «Tenía una batería propia que si yo cortaba la luz, seguía funcionando y se activaba a distancia».
El caso fue sonado en Bélgica y tuvo «más consecuencias en privado que en público» según Elejabarrieta. La ministra de defensa belga, Laurette Onkelinx, reconoció que no tenía suficientes medios para luchar contra todos los servicios de espionaje que padece la capital de Europa, que concentra un elevado número de altos funcionarios, diplomáticos y políticos.
Represión fuera de las fronteras españolas
Pero no fue la única represión e intimidación que el político vasco sufrió. Las presiones españolas también lograron que no obtuviera la nacionalidad belga, tal como explica él mismo a este medio, e incluso, de manera ilegal (así lo dictaminó posteriormente la justicia belga) las cloacas del Estado tuvieron bloqueadas las cuentas bancarias del candidato a senador.
El mismo abogado belga del presidente
El abogado belga que le asistió es el mismo que ha asistido el presidente Carles Puigdemont, Paul Bekaert. «Seguro que utilizará lo que me pasó a mí para denunciar lo que están haciendo al presidente» intuye. «Vivir una situación como esta te hace reflexionar y tener miedo, si son capaces hacer esto… a saber hasta dónde pueden llegar. En el País Vasco hemos vivido una represión muy virulenta y fuerte por parte del Estado «.
Noticia del diario Gara de 2007