Imaginen que unos ladrones consiguieran entrar y salir a su antojo durante meses de una comisaría a la que robaran aquello que desearan. Pues eso es lo que le ha sucedido a la Ciberdefensa española. Recientemente hemos sabido que unos ‘hackers’ derribaron las defensas de la red de comunicaciones del ministerio de Defensa y estuvieron durante meses en la red. Lo escandaloso es que nos encontramos ante el ente que debería protegernos a todos los ciudadanos de los ciberataques, cifrados en 34.000 durante 2018. Pero ¿cómo va a ser posible que nos defiendan si no son capaces de defenderse ellos?
Las dudas son tan obvias que hasta la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha decido contratar a empresas privadas para lo que debería encargarse la Ciberdefensa española, dejando en evidencia, una vez más, tanto a las Fuerzas Armadas como a los servicios de inteligencia, el CNI. El contrato, de un coste de 5,7 millones de euros, supondrá que IBM, El Corte Inglés y Wairbut colaboren con Defensa en la protección cibernética de España, dado que esta no es capaz de hacerlo por sí misma.
Que una situación podría acontecer en unas Fuerzas Armadas y un ministerio de Defensa responsables de un submarino que no flota, un avión que tuvo serios problemas para volar o un carro de combate para el que no hay dinero para el combustible era más que evidente. Solo es necesario un par de ejemplos para comprobar que la cúpula militar no parece la más adecuada, formada y competente para responsabilizarse de la Ciberdefensa española.
El primer ejemplo lo protagonizó el coronel Amable Sarto, de Recursos Humanos del Estado Mayor de la Defensa, cuando en enero de 2018 confundió el termino ‘hackers’ con ‘frikis’ ya que según él “en Ciberdefensa hay que andar a la búsqueda de frikis, y en las Fuerzas Armadas muchos frikis no hay”. No parecen muy formados los altos mandos militares en cuestiones tecnológicas.
El segundo ejemplo es todavía más dantesco. El general José Luis Goberna Caride, el mismo mando de la unidad en la que fui expulsado por corrupción y que intentó evitar mis denuncias, resulta ser el jefe de la CESTIC, unidad de la que depende la Infraestructura Integral de la Información de la Defensa (I3D) a la que tendrán que ayudar debido a su incapacidad tanto IBM como El Corte Inglés y Wairbut.
Luis Gonzalo Segura es exteniente expulsado por denunciar corrupción en el Ejército de Tierra y autor de ‘Un paso al frente’ (2014), ‘Código rojo’ (2015) y ‘El libro negro del Ejército español’ (2017).