Hace poco más de un año la justicia escocesa dejaba libre con mínimas medidas cautelares a Clara Ponsatí y quedó a la espera de un juicio que nunca se llegó a celebrar. Ponsatí no podría haber tenido mejor abogado ya que Aamer Anwar es el mejor defensor en Escocia en materia de derechos humanos y fundamentales. Pero, además, la chapuza de la euroorden contra la exconsellera y otros políticos catalanes era tan evidente que los entendidos en la materia se echaban las manos a la cabeza.
La solidaridad de los escoceses con el pueblo catalán queda patente tanto en la calle como en las redes sociales. No fue así en 2014 cuando las simpatías con el proceso catalán no tenían tanta cabida en Escocia, ya que estaban totalmente centrados en su referéndum y en sus propios debates; pero miraban de reojo lo que pasaba en el Estado español y les sorprendía la cerrazón del Gobierno de Rajoy de no contemplar una consulta. Les parecía y les parece injusto y nada democrático.
Pero sí se han incrementado las muestras de solidaridad notablemente después de que canales de televisión de todo el mundo emitieran en directo las violentas cargas policiales del 1-O; represión que más tarde el ahora Exministro Dastis negaba para pasmo de veteranos entrevistadores y que por lo visto, el Sr. Borrell continúa negando para crispación de muchos observadores internacionales. Lo que vino después, las detenciones de políticos catalanes y de líderes civiles acrecentaron en gran medida el enfado y la indignación y lejos de aplacar el problema político, lo ha enquistado y lo ha enredado mucho más.
En estas semanas hemos estado siguiendo el esperpéntico juicio en el Tribunal Supremo en una atmósfera que más parece salida de pantallas en blanco y negro que del siglo XXI. Muy pocos juristas y letrados extranjeros entenderían la negación por parte de los jueces de visualizar videos o imágenes importantes para la defensa de los acusados o la injustificable falta de recursos ofimáticos en el curso de lo que se anunció como el “macrojuicio del siglo”. Hace años que el NODO en blanco y negro no existe y las redes sociales muestran con crudeza lo que en sede judicial no se quiere mostrar. Habrá que esperar las sentencias, pero muchos ya miran hacia Estrasburgo, tal y como ocurrió con muchos casos anteriormente.
Si pensamos que desde el Estado se está tratando de reforzar en el exterior la idea de la separación de poderes, deberían esforzarse muchísimo más, porque a nadie están convenciendo. Si alguien piensa que España va a salir bien parada de este episodio vergonzoso, mejor que piense dos veces. Es lamentable el espectáculo que se está dando.
La calidad de la mayoría de los líderes políticos es vergonzosa y parecen lanzar llamas en vez de sentido común, argumentos y concordia.
La patética gestión que desde el Gobierno español se llevó a cabo, se agudiza ahora con la presencia, antes maquillada, de la extrema derecha. Aumentan las voces de los que pedimos un referéndum sobre monarquía y república. Y el peligro de la constante criminalización de los derechos fundamentales es, desde mi punto de vista, un problema político urgente que no se puede desatender más y del que fuera de nuestras fronteras toman cumplida nota.
