Decía Erich Fromm en “El Dogma de Cristo” que la religión sirve básicamente para que las masas se resignen más sencillamente a las muchas frustraciones que presenta la realidad.
En esta coyuntura tan anodinamente de falta de creencias sociales y sobrada de egos, la televisión se ha convertido en el nuevo sanedrín sacerdotal de esa nueva religión que mueve cientos de miles de almas a través de charlatanes, que denominan tertulianos, de clérigos indecentes, que se autoproclaman periodistas y de dioses impuros, que manejan a su antojo este medio a través del poderoso caballero que describía Quevedo.
En esta realidad frustrante de paro, pobreza, falta de esperanza, de futuro incierto, de puertas cerradas para nuestros hijos, algunos intentan que vivamos del recuerdo de un estado imperial y de grandeza que es tan falso como el discurso que manejan.
Pero la frustración provoca ira. Unas pequeñas dosis de enojo que se van acumulando y que, de no darles salida, acaban explosionando sin que seamos capaces de dirigir esa onda expansiva hacia el verdadero causante de toda nuestra rabia.
El fascismo es un movimiento que ha manejado siempre a favor de sus intereses las válvulas de escape de la gente, manipulando sentimientos etéreos como la nación, la religión o la bandera que a muchos de nuestros congéneres humanos les sale de lo más profundo de su ser. A través de la mentira, de los datos falsos y de las estadísticas inexistentes difundidas masivamente a través de esos gurús televisivos, acaban haciendo creer al pueblo que esos conceptos están en un serio riesgo y con ellos todo el pequeño mundo que rodea al televidente. Son expertos en indicar las dianas sobre las que debe explosionar esa ira acumulada.
El penúltimo caso evidente de ese punto de mira puesto sobre una diana equivocada es el que se ha producido hace unos pocos días en el municipio de Coripe (Sevilla), dónde la tradición de pasear y apalear a un “Perico Pajas” que representa el mal, lleva en los últimos años siendo un despropósito con tintes xenofóbicos y fascistoides (han cambiado el apaleo por el fusilamiento), que a todas luces tiene que ver con la manipulación televisiva. Podría entender que el muñeco de este año, representando al President Puigdemont, hubiera sido elegido por ser el causante de los 838.000 euros que tiene el municipio de deuda, por haber hecho que 73 de sus habitantes en edad de trabajar se quedaran en paro, por haberse llevado comisiones ilegales del Ayuntamiento o simplemente por estar todo el día jodiendo al personal de ese pueblo. Pero Puigdemont está tan lejos de ser culpable de los problemas de esa localidad que la única causa que se me ocurre es la de esa diana inventada por la televisión como descarga de tensiones: la catalanofobia. Una causa que se ha convertido en el chivo expiatorio de todos los problemas locales y nacionales. Si además la designación del personaje a pasear ha sido elegida por el AMPA del colegio del pueblo, el diagnóstico no puede ser más certero. ¿No hay problemas educativos en el colegio de suficiente entidad como para elegir a un señor que no sabe ni dónde está Coripe? ¿No hay problemas en la villa causados por alguno de sus vecinos, o alguno de los políticos provinciales o autonómicos que tienen que centrar el ser maligno en una persona cuyos actos, de ser reprochables, no afectan a la gente que vive en ese municipio? ¿No será que el tirador de huesos de aceituna y toda la camorra televisiva les han “colado” la diana contra la que desfogarse?
Esto no tendría mayor importancia si no fuera porque hay demasiados Coripes a lo largo y ancho de este país llamado España que sufren de idiocia pandémica. Demasiados cuñados que creen que algo tan etéreo y tan indefinido como la palabra España es más importante que problemas reales que afectan a nuestros padres, hermanos, vecinos o amigos, como la falta de trabajo, de salario digno, la sanidad, la educación, los servicios públicos, las pensiones, el no poder poner la calefacción o que te falte dinero para poder comer todos los días del mes. Esa es la dimensión del vertedero intelectual en el que nos encontramos. Que la televisión marque el ritmo de nuestros problemas, convirtiendo algo estúpido en un problema serio mientras uno de cada cuatro habitantes de este país está en riesgo de pobreza, mientras dos millones de niños tendrán problemas futuros de salud porque no pueden alimentarse como es debido, mientras nuestros mayores mueren solos y abandonados y tienen serio riesgo de perder la pensión, mientras esa tensión insuflada desde los púlpitos tertulianos televisivos puede desatar baños de sangre, no solo es lamentable, sino que da muestra del nivel de indigencia mental en el que se encuentra este país.
Que los millones de chavales que han sido expulsados de España por la falta de trabajo y de futuro no puedan ejercer su derecho al voto, porque en la era de la tecnología internauta para pedir el voto en el extranjero hay que realizar un proceso propio de 1950, debiera preocupar más a esos Coripes españoles que la actuación de Carles Puigdemont. Entre otras cosas porque lo primero determina que el régimen del 78 no quiere votantes que puedan suponer un problema para la continuidad del mismo y las actuaciones del segundo ponen en evidencia el sistema democrático español.
Que los falangistas de Rivera quieran eliminar del Parlamento español a todas aquellas formaciones que no tengan un 3% del voto (“casualmente” todas las formaciones que únicamente se presentan en su demarcación nacionalista), haciendo uso de una irreal circunscripción NACIONAL, dice mucho de las intenciones fascistas de esta formación.
Si no queremos que los tiros pasen de un “Perico Pajas” a los seres humanos, vayan a votar el próximo domingo. Y sean consecuentes y egoístas. Voten por ustedes, no por España. España solo es un nombre, una convención. El trabajo, la salud, los servicios públicos, los salarios dignos, las pensiones, las vacaciones, el precio de la luz… todo sale de usted, no de España. Y tenga en cuenta que, lo que los fascistas quieren es que le vaya bien a su modelo excluyente de España en el que usted ni pincha ni corta, porque así les irá bien a ellos. No sea ingenuo. Vote por usted.
Salud, feminismo, república y más escuelas (públicas y laicas).