Dos frases comentadas para la madrugada del 29 de abril.
“Las dificultades dominadas son oportunidades ganadas”, o Winston Churchill hablando de supervivientes como Pedro Sánchez.
“Cada oportunidad implica una obligación”, o John D. Rockefeller advirtiendo que las victorias obligan a cualquier líder que se encuentre en una situación como la de Pedro Sánchez. Bien sabía el millonario que el desgaste que supone gobernar hace muy difícil repetir el éxito y, quizás por convicciones como esta, los USA supieron implantar normas como la limitación de mandatos.
Vayamos con los hechos en forma de preguntas que en las noches de recuento electoral se han de construir con números. Nos fijaremos en sumatorios parciales de las cifras del 28 de abril que, en su conjunto, representan la política que la sociedad española ha elegido.
¿Ha servido la multiplicación de la oferta política derechista para movilizar a votantes que antes no acudían a las urnas?
La respuesta es que, en 2016, PP y Ciudadanos sumaron 11.029.954 y en 2019 los cuatro de derechas, PP + Ciudadanos + Vox + Navarra Suma, han conseguido 11.268.952, lo que significa un incremento del 1,02%.
¿Porqué no ha ocurrido lo mismo que en Andalucía?
Se amontonan las preguntas. Hay otra que tampoco es inocente.
¿Han pagado los independentistas sus errores y derrotas en el camino hacia la república catalana?
La respuesta es NO, porque la suma de ERC y JpCat (antes CDC) ha pasado de 1.111.133 en 2016 a 1.509.128 en 2019, con un incremento del 35,8%.
Este resultado es aún más preocupante para el españolismo autoritario porque, en el País Vasco, el tándem formado por PNV más EH Bildu ha pasado de 470.307 votos en 2016 a 653.467 en 2019, lo que significa un incremento del 38,9%.
En conjunto, estos partidos han pasado de 25 escaños a 39, con un incremento del 56%. Podrán ser necesarios o no para una investidura, pero ignorar su significado es suicida. Además, en las europeas, autonómicas y municipales del 26 de mayo su victoria puede ser aún más importante.
En resumen, las candidaturas independentistas han crecido 35 veces más que las españolistas en las urnas generales del 28 de abril.
Además, la apuesta por el diálogo político como procedimiento para resolver los conflictos ha recibido un apoyo del 57% de todo el electorado, demoledor frente al 43% de los tres de la Plaza de Colón y su programa único de “155 desde el primer consejo de ministros” y que se pudran en la cárcel todos los presos políticos, título este que, por cierto, y como los lazos amarillos, volverá a TV3 tras las campañas electorales, en medio de la alegría que implica que el final de una injusticia coincida con el triunfo electoral.
Si consigue la investidura, Pedro Sánchez dispondrá de margen de maniobra para una geometría variable que le permitiría gobernar.
Pero en la situación actual fracasará un gobierno dedicado solo a la gestión mientras, entre otras cosas, los jueces encabronan más el conflicto catalán. Al mismo tiempo, la oposición de derechas solo desestabilizará pues Vox presionará también desde el Congreso, es decir, con mucha más audiencia y fuerza que hasta ahora. Salvo que el PP entre en crisis total y Cs y Vox actúen para hacerse con sus suculentos despojos, es probable que sigan una política similar a la oposición que hizo Rajoy entre 2004 y 2008.
Por eso, creo que Sánchez debería romper el bloqueo político presente y proclamarse dispuesto a convocar y liderar la reforma constitucional. Y debería hacerlo inmediatamente, incluso aunque habrá un cierto paréntesis hasta las urnas del 26 de mayo, para demostrar que ha comprendido el mensaje y que se sube a la voluntad de cambio que ha ganado las elecciones.
Evidentemente, 123 diputados no son muchos, pero los 122 senadores socialistas contra solo 58 de la derecha constituyen un apoyo muy importante a la hora de anunciar un cambio para profundizar en las libertades y el progreso.
Y regresando a la obligación que implican las oportunidades, Sánchez debería tener en cuenta que no es probable que se repita una debacle de la derecha españolista como la que ha dejado a esos tres partidos con 149 diputados.
Cuando en la noche del triunfo Pedro ha dicho que la sociedad española “ha ganado el futuro y ha perdido el pasado”, ¿se refería al pasado pre constitucional o al pasado de ahora mismo, tan insostenible?
Mientras, y desde la misma calle Ferraz, a las cero horas del 29 de abril, cientos de socialistas no paraban de gritar a Sánchez que “con Rivera no”.
De no atreverse Sánchez al reto de una reforma constitucional de calado, de tal manera que la política se escriba de nuevo con mayúsculas y haga entrar en pánico a los que llevan 40 años convirtiendo las leyes en trampas a su favor, las cloacas seguirán funcionando y la independencia de Catalunya terminará siendo una necesidad inevitable.