Al Congreso de los Diputados le esperan grandes jornadas de confrontación. Ciudadanos y Vox en su línea despectiva y desdeñosa han marcado la liturgia habitual de la conformación del Congreso de este martes.
El hemiciclo se ha convertido en un espacio de trato de ultraderecha. El que más grita y lanza improperios, más y mejor cree que está en posesión de su verdad constitucional patria.
Eso no es defender nada, salvo la bronquedad. Cada vez que un diputado de ERC o Junts per Catalunya prometía la Constitución en catalán defendiendo la república catalana y la libertad de los presos políticos, el grupo liderado por Albert Rivera y los miembros del partido de extrema derecha mostraban su disconformidad golpeando sus mesas, con quejas o golpeando el suelo. Vergonzoso.
¿Es esto democracia a la española?
El líder de los liberales se ha puesto hasta dos veces de pie para intentar que Meritxell Batet, recién elegida presidenta de la Cámara baja, intercediera. «No vamos a interrumpir el proceso de acatamiento», le ha respondido la dirigente socialista de manera molesta.
Esto acaba de comenzar. Estos incidentes han marcado la constitución de las Cortes y han anticipado lo que previsiblemente será una legislatura tensa y con una enorme división entre los grupos. La confrontación y las bilis están servidas.
Una de las reacciones más furibundas se ha producido cuando Oriol Junqueras, líder de ERC y uno de los presos políticos que ha acudido a la sesión, ha leído su ‘promesa’ al cargo y su grupo se ha puesto en pie aplaudiendo.
«Desde el compromiso republicano, como preso político y por imperativo legal, sí prometo», ha dicho el dirigente en catalán. La democracia es eso, expresar como representante legal elegido en las urnas, lo que comprometió a su ciudadanía. Se respiran cambios…