Fue contar los resultados del 28 de abril y muchos ponerse a presumir de lo muy feministas que nos han salido. «Y las mujeres tomaron el Congreso» titulaba Elsa García de Blas en El País, avalando su afirmación con un gráfico de todos los repartos, desde el 5,14%, o 18 mujeres en la legislatura de 1977, hasta el 47,43%, o 166 de la recién estrenada.
En casi todos los medios de ámbito estatal se están publicando artículos a partir de comparativas, aunque siempre centrados en los niveles VIP de la política: el Congreso, los parlamentos autonómicos y los gobiernos. Nada, o muy poco, sobre mujeres y ayuntamientos. Sí, es verdad que Carmena y Colau mandan en Madrid y Barcelona, pero las capitales son y serán VIP’s.
Hasta tal punto se mantienen discriminaciones sin sentido que, en algunos boletines oficiales de los que han publicado las candidaturas, como los de la Comunidad de Madrid o la de Illes Balears, a quienes forman parte de las listas para las autonómicas los titulan con «Don» o «Doña» delante del nombre, y a las y los concejales el nombre y dos apellidos, sin el menor adorno.
Sin salir de El País, el día 23 tocaba «radiografía» de Aragón en Autonómicas y Municipales. Gráficos varios, pero ni siquiera en la letra pequeña una sola referencia al porcentajes de alcaldesas, y así contrastar lo que puedan alejarse de la media estatal, que es del 20%.
También en el periódico de PRISA, pero un día antes, Carmen Calvo y dos europeas importantes firmaban a tres titulando «Es la hora del feminismo», sin una sola palabra sobre municipalismo en un artículo de evidente propaganda electoral. Y no podemos estar más de acuerdo con la frase «En el poder local (…) es donde se establecen los vínculos más estrechos entre la ciudadanía y sus políticos», que leemos en la editorial del mismo día, titulada «Municipios invisibles». Resulta por ello imperdonable que no se hiciera la menor referencia a la presencia tan pobre de la mujer en las alcaldías, solo una de cada cinco, y a la importancia que tiene que sean ellas las que ocupen esos liderazgos institucionales y cercanos para favorecer la expansión espontánea y natural del imprescindible mayor respeto de los hombres hacia las mujeres.
Un vídeo… pic.twitter.com/okWVYeWfEg
— Joan Puig Cordon (@joanpuig) 24 de maig de 2019
Tampoco hemos encontrado textos sobre las candidaturas municipales, todas publicadas en los respectivos boletines oficiales y, por tanto, accesibles. Se hubieran podido contabilizar, por ejemplo, el porcentaje de cabezas de lista ocupadas por ellas y estimar las expectativas de primeras ediles en los futuros consistorios. De hecho, si siendo 23 de mayo le pedimos a Google «candidaturas municipales hombres y mujeres 2019», la primera página se reparte entre noticias de las elecciones generales, instrucciones de partidos políticos y detalles de determinados ayuntamientos. Pero nada que se parezca a lo que nos interesa.
En la prensa local hay más interés. Diario de Mallorca titulaba el día 12 de mayo que «Solo uno de cada tres candidatos a una alcaldía de Mallorca es una mujer». Si la mitad de esas listas triunfaran, la Mallorca municipal y feminista seguiría estancada en el 15% de alcaldesas de la legislatura que comenzó en 2015. Lo cual significa que es posible retroceder. Hace casi 90 años que, gracias a la República, los políticos españoles se atrevieron a conceder a las mujeres el derecho a elegir y ser elegidas.
Buscamos el desglose del porcentaje y las listas a los 53 ayuntamientos mallorquines ofrecen unos resultados que, salvando las distancias, podrían corresponder a la tendencia estatal. Destacaremos lo siguiente:
Total Candidaturas | 273 | |
Total Hombres en el Primer Puesto | 194 | 71,06% |
Total Mujeres en el Primer Puesto | 79 | 28,90% |
Total Hombres en el Segundo Puesto | 134 | 50% |
Total Mujeres en el Segundo Puesto | 134 | 50% |
Prescindiendo de las 76 candidaturas tipo «agrupaciones de electores» y similares de ámbito local, y ciñéndonos a los primeros puestos de cada lista, el desglose por tendencias políticas y partidos proporciona estos resultados.
Tendencia/Partido | Total candidaturas | % Mujer en el 1er. puesto |
Partido Popular | 49 | 28,57 |
Ciudadanos | 21 | 38,10 |
PI (regionalista Mallorca) | 32 | 21,88 |
Vox | 15 | 33,33 |
Totales DERECHAS | 117 | 29,06 |
Tendencia/Partido | Total candidaturas | % Mujer en el 1er. puesto |
PSOE | 40 | 25,00 |
Unidas Podemos | 13 | 23,08 |
MES (Nacionalistas) | 27 | 37,04 |
Totales IZQUIERDAS | 80 | 28,75 |
Habrá que esperar al recuento del día 27 para comprobar lo que podamos haber avanzado en alcaldesas, pero mucho no será, si es que no retrocedemos, que también cabría. En cualquier caso, resulta decepcionante que, a pesar del éxito de las movidas de los dos últimos años, no parece que el feminismo organizado conceda la importancia que merece al progreso de la mujer en la política municipal. Por ejemplo, no hemos visto que reclamaran con fuerza a los partidos políticos los liderazgos de estas candidaturas.
Al cierre. Aunque tampoco veo el enfoque desde la perspectiva feminista, si avalan la expectativa de triunfo en las municipales de la izquierda y el independentismo los meritorios trabajos que ha realizado Infolibre a partir de las candidaturas. Sus conclusiones principales son estas, y están disponibles en el mismo digital:
1. Los 346 municipios de toda España que ya saben qué alcalde tendrán porque solo se presenta una lista se distribuyen así: Independentistas catalanes, 92; PSOE, 55; PP + Cs, 54; EH Bildu, 22 y, de los restantes, 114 corresponden a candidaturas locales, tipo agrupaciones de electores y similares.
2. Ciudadanos no presenta candidatura en tres de cada cuatro municipios.
3. Vox solo concurre en 21 de las 72 localidades en las que fue el partido más votado en las elecciones generales.
Mientras recordaba que fueron unas elecciones municipales las que cambiaron por última vez y sin violencia la forma de estado en España, quizás me estaba pudiendo el deseo ante un rey débil pero que considero peligroso y que quiere evitar a toda costa el encuentro obligado con los independentistas a los que amenazó un 3 de octubre, me quedé parado a mirar la mirada de un caballo, o quizás yegua, que a su vez me miraba desde un solar seco con un único y escaso rincón de sombra. Todo él, o toda ella, era del mismo color canela, o como se llame el color de los caballos, o el de las yeguas perfectas, y también era simpático, o simpática, y quién sabe si, para que además pudiera escucharle, o escucharla, y así conocernos mejor, se acercó a mí y comenzó a mordisquear las ramas tiernas de un arbusto junto al alambre que nos separaba.
Con ese momento de él, o de ella, llené de vida inocente un hueco del alma insípida de mi teléfono móvil. Ahora, cuando en el silencio de la noche abro la pantalla, junto al quebrar de las ramas tiernas puedo distinguir también los ruidos que no sentí mientras nos mirábamos, los golpes metálicos de algún trabajo manual cercano y, como siempre, motores rugiendo por la calle de un pueblo.
Si, quizás era una yegua. Cuando regrese, si ocurre en agosto, no me gustaría encontrarla de nuevo en un lugar como ese, aún más seco, y así tan sola.