El Brexit tiene al pueblo británico aburrido e irritado. A unos porque quieren que la salida de la Unión Europea se materialice incluso de modo brusco y sin acuerdo; a otros porque no pierden la esperanza de que se celebre un segundo referéndum para que sean los ciudadanos quienes decidan entre las dos únicas opciones posibles: salir (con o sin acuerdo) o quedarse definitivamente.
La división de los conservadores y los laboristas es tan grande que en medio del tumulto la polémica y xenófoba silueta de Nigel Farage, que tanto promocionó la BBC en sus comienzos, resurgió de las cenizas con su nuevo invento: el Partido del Brexit es el gran ganador en estas elecciones.
En Escocia el panorama es bien distinto. No hay más que ver el mapa de resultados. El Scottish National Party (SNP) no ha tenido rival. Nadie que haya votado al SNP desconoce sus políticas y sus argumentos. Nadie.
El gobierno de Nicola Sturgeon aboga desde hace ya meses por darle voz al pueblo británico y por favorecer un segundo referéndum sobre Brexit o incluso la revocación del artículo 50, opción ganada por los llamados “los seis escoceses” en el Tribunal Europeo. Esta posibilidad, que los británicos podrían aplicar de forma unilateral, acabaría inmediatamente con lo que millones de ciudadanos vemos como una pesadilla.
Estas elecciones europeas eran sin duda importantes para el pueblo escocés. La participación, aún baja, alcanzó un 40% superando en más de 5 puntos la de 2014.
La Primera Ministra escocesa apostó en su programa electoral por reforzar y apuntalar el resultado conseguido en 2016 y por garantizar, una vez más, la opción de que en un tiempo no muy lejano Escocia pueda decidir su futuro como nación. La consigna de “Stop Brexit” lo dice todo.
Ruth Davidson, líder del Partido Conservador escocés, desesperada y sin argumentos, pidió hasta la saciedad mandar a Nicola Sturgeon un mensaje alto y claro y convirtió su publicidad electoral en monotemática rozando el ridículo: “No a segundos referéndums, no a #indyref2”. Ni una sola palabra sobre Brexit ni sobre Europa. Nada. Cero.
La respuesta no se ha hecho esperar y ha sido contundente. El SNP ganó por goleada y ha batido records en porcentaje de apoyo en unas europeas. Los laboristas escoceses han sido barridos y devorados por los peores resultados de su historia; y los conservadores han sufrido en sus carnes una humillante derrota en su intento de deslegitimar, una vez más, el mandato ganado por Nicola Sturgeon en las urnas para la celebración de una nueva consulta sobre la independencia del país.
La BBC, que ha tratado sistemáticamente de minimizar los resultados en Escocia, demuestra cada día más su incapacidad de comunicar objetivamente y de respetar a un público muy crítico al que debería informar sin sesgo. Sin ese entendimiento, sin esa sensibilidad… ¿Cómo se puede parar el avance del proceso independentista? A mi modo de ver es ya imparable. Escocia, nación pro-europea, anti-tory, humanitaria, internacionalista y con un futuro económico muy prometedor, camina hacia el Parlamento Europeo con firmeza para hacer valer su voz.
De nada van a servir ahora ni la constante y machacona propaganda de la prensa en Escocia y en Londres, ni los intentos de bloquear un mandato democrático y legalmente refrendado por el “Claim of Right for Scotland”. Todo el mundo es consciente de que si hay Brexit, Escocia se va.
El Brexit, la negligencia y falta de respecto constante de los conservadores con las decisiones democráticas del pueblo escocés; la limitación mental y carencia de visión política de Jeremy Corbyn y las contradicciones de los Liberal Demócratas (defendiendo un segundo referéndum sobre Brexit pero rechazando uno sobre independencia) han sido, son y serán los catalizadores para que Escocia mande un último mensaje, claro, definitivo, argumentado y camine hacia adelante con la frente alta y sin mirar atrás.
