Estaba cantado. Las urnas han acabado de dictar sentencia en el PP. Sin financiación económica, sin dinero, no hay partidos políticos. Demasiadas derechas, demasiadas cosas para tampoco pastel, en esta España convulsa.
El Partido Popular prepara un severo ajuste de plantilla en su sede central de la calle Génova de Madrid como consecuencia del fracaso electoral del pasado 28-A, pero aún no tiene decidido si lo hará en forma de ERE, con acuerdos individuales o con un nuevo plan de bajas incentivadas como el aplicado a finales de 2017.
El PP incorpora estos días a su estructura al personal en excedencia, que reclama el reingreso después del paso por distintas administraciones y está a la espera de ver cómo quedan los pactos autonómicos y municipales después del 26-M.
En este sentido, tal como indica elconfidencial, la batalla de Madrid en los pactos poselectorales será clave. Retener la comunidad y la posibilidad de recuperar el ayuntamiento madrileño son fundamentales para que el equipo de Casado ‘venda’ las últimas elecciones como una victoria.
Teniendo en cuenta que al perder la mitad de las subvenciones también tendrán que recortar los gastos de personal de forma drástica, asegurarse estas dos plazas es casi una necesidad de primer orden.
A la desesperada, en las últimas bajas pactadas la dirección ofreció unas indemnizaciones que solo interesaron a los trabajadores de más edad, también porque temían después un ERE clásico que ahora vuelve a rondar la sede central, según reconocen en su comité de empresa.