La democracia en Rusia está en según que terminos, a la altura de la española. El arresto y la acusación por drogas contra un reputado periodista de investigación ruso, en un caso plagado de irregularidades, ha movilizado de manera multitudinaria a los medios independientes de todo el país.
Ven en el caso contra Ivan Golunov, conocido por destapar varios escándalos de corrupción que implicaron a la élite de Moscú, no solo como un intento de frenar a un periodista incómodo; también como un amenaza a cualquiera que tire de la manta. Copia y pega del encarcelamiento al comisario Villarejo en España.
“El caso de Golunov es un desafío para toda la comunidad periodística de Rusia. Es una agresión contra lo poco que queda de libertad de expresión y de prensa en el país”, se lamenta Ígor Yasin, del Sindicato Independiente de Periodistas De Rusia. “Los funcionarios corruptos y las grandes empresas intentan con burdos montajes como ese tapar la boca de todos aquellos quienes les critican y denuncian la pobreza, la corrupción y la represión”, remarca Yasin.
Burdos montajes trampa
El periodista Golunov, de 36 años, trabaja en Meduza, un medio independiente online que también tiene una versión en inglés. Está acusado de tráfico de drogas a gran escala, y debe permanecer en arresto domiciliario durante dos meses.
Al menos ocho periodistas y activistas han sido detenidos en los últimos años por los mismos cargos que Golunov. Como Oyub Titiev, director de la oficina en Chechenia de la organización de derechos humanos Memorial.
Lo mismo que el opositor Serguéy Réznikov, la activista de Otra Rusia Taísiya Ósipova, el reportero Nikolai Yarst o el periodista checheno Zalaudí Geríev, que ha pasado tres años en prisión. Rusia sique imparable en sus acciones antidemocraticas. España aprende de los grandes.