sábado, 23 de noviembre del 2024

Se retira un delincuente, Juan Carlos I; nos queda un ultra, Felipe VI

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Luis Gonzalo Segura
Luis Gonzalo Segura
Exteniente del Ejército de Tierra (expulsado por denunciar presuntos casos de corrupción). Autor de Un paso al frente, Código rojo, El libro negro del ejército español y En la guarida de la bestia.
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A pocas de las personas que trabajan en medios de comunicación o tienen alguna relación con el poder se les escapa que Felipe VI es, ideológicamente hablando, ultraderechista. Se trata de un episodio ya vivido, un dejà vu, porque a pocas de las personas que trabajaron en los medios de comunicación o tuvieron alguna relación con el poder se les escapó en su momento que Juan Carlos I era un delincuente, por los múltiples delitos que cometió, entre ellos participar y conspirar de golpes de Estado. Solo hay que escuchar sus testimonios.

Juan Carlos I, se retira un delincuente

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De las presuntas actividades delictivas de Juan Carlos I habría que eliminar la presunción de inocencia. No puede tener presunción de inocencia quien tiene un blindaje jurídico que impide someterle a cualquier proceso judicial, pues ello nos conduciría a la quiebra de uno de los elementos fundamentales del Estado de derecho: todos somos iguales ante la ley. Ante esta situación se hace necesario eliminar el ‘presunto’ a Juan Carlos I, pues al contrario que el resto de los ciudadanos, Juan Carlos I es y será delincuente hasta que se demuestre lo contrario. Es la diabólica consecuencia de no someterle a proceso judicial alguno. Nunca se podrá probar judicialmente su culpabilidad, pero tampoco su inocencia. La cual, en ese caso, de ser presunta se convertiría en perpetua.

¿Se puede catalogar como democracia a un Régimen en el que los ciudadanos debemos soportar ser conocedores de las múltiples y variadas actividades delictivas del jefe del Estado en los medios de comunicación y en ensayos sin que ello genere ningún proceso jurídico para dilucidar qué es verídico y qué no? ¿Permitiría una democracia que su jefe de Estado se viera envuelto de forma reiterada en miles de publicaciones que le involucran en decenas de delitos si ello no fuera cierto?

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Seamos honestos, seamos valientes: Juan Carlos I es un delincuente. Para mí, después de zambullirme en diversos relatos históricos contrastados no me queda ninguna duda, como tampoco tengo la menor duda sobre la organización criminal que ha tejido desde que llegó al poder. Juan Carlos I no solo ha sido un delincuente, también ha dirigido una organización criminal.

Ese es el sujeto que se retira de la vida pública. Ese y no otro. Ni mucho menos el Salvador de la Democracia. Ni España es una Democracia ni Juan Carlos I nos ha salvado de nada, si acaso él es el responsable, y la historia lo dejará escrito, de la Restauración Borbónica que condujo a España desde una dictadura franquista y genocida a un régimen totalitario de formas democráticas entregado al liberalismo y la corrupción. Y su herencia no solo es un país carcomido por la corrupción, sino que también nos deja, como el ave que deja un huevo en un nido, un ultra en el poder. Es lo que tienen los regímenes totalitarios modernos, como España, basados en votaciones cada cuatro años de listas cerradas impuestas a los ciudadanos y jefes de Estado designados por caprichos de dictadores o azares de la genética.

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Felipe VI, un ultra en el poder

Igual que las travesuras delictivas de Juan Carlos I fueron pasadas por alto por unos medios de comunicación que se suponen de fiscalización del poder pero son justamente lo contrario, hicieron lo propio con la ideología ultraderechista de la reina Sofía. Ya no es que su familia, la Familia Real griega posara vestida con el uniforme nazi, su madre y hermanos, sino que ella misma dejó en 2008 constancia pública de su homofobia. Elemento claramente revelador, pues como es bien sabido ni los progresistas ni los moderados en este país son homófobos, por tanto no se trata de una cuestión intrascendente. La homofobia es un elemento claramente ultraderechista. 

Tras las imágenes sobre la recepción de Felipe VI al líder del partido ultraderechista ha quedado constatada la cordialidad pública mostrada, muy similar a la que Felipe VI exhibe cuando recibe a la familia real saudita en su palacio para venderles las armas que les permiten continuar perpetrando la mayor catástrofe humanitaria del planeta.

No dejen que les justifiquen el negocio por cuestiones del protocolo, pues han sido numerosas las veces que Felipe VI ha mostrado públicamente desagrado en estos pocos años de reinado. Desde eventos deportivos, como la final de la Copa del Rey; hasta eventos públicos, como el incorrecto izado de la bandera el Día de las Fuerzas Armadas 2019; pasando por la recepción pública a Artur Mas o el discurso del 3 de Octubre, realizado contra la voluntad del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

En todas esas apariciones públicas Felipe VI mostró una faz dura, una posición incómoda, incluso en ocasiones desairada. Un enfado manifiesto y explícito para evidenciar su rechazo. Justo todo lo contrario que demostró cuando recibió a los ultraderechistas españoles en su despacho. Felipe VI es ultra y a medida que pase el tiempo quedará más evidencia.

Se retiró un delincuente, nos queda un ultra.

Luis Gonzalo Segura es exteniente expulsado por denunciar corrupción en el Ejército de Tierra y autor de ‘Un paso al frente’ (2014), ‘Código rojo’ (2015), ‘El libro negro del Ejército español’ (2017) y ‘En la guarida de la bestia’ (2019).

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