El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha defendido este jueves que «la solución al problema de la obediencia ciega es la desobediencia civil», en una carta escrita desde la prisión de Lledoners (Barcelona).
Por ello, en la apertura de las ‘Jornadas sobre la Desobediencia Civil’ organizadas por Òmnium Cultural, a la que ha acudido el presidente de la Generalitat, Quim Torra, como socio de la entidad, ha pedido un aplauso para la capitana Carola Rackete por «plantar cara al odio» del ministro del Interior de Italia, Mateo Salvini, y para el fundador y director de la ONG Proactiva Open Arms, Òscar Camps.
«Camps ha vuelto a zarpar a la mar para seguir salvando vidas pese a la amenaza de una multa vergonzosa y desorbitada por parte del Gobierno de Pedro Sánchez», ha reprochado en la carta, que ha leído el vicepresidente de Òmnium Cultural, Marcel Mauri.
Según Cuixart, hay que hacer de la práctica de la no violencia la principal arma «porque la acción no violenta no significa pasividad o inacción», y ha llamado también a formarse e instruirse porque, a su juicio, los poderosos saben como criminalizar la protesta y la disidencia.
«No nos han vencido. Nadie ha conseguido deshumanizar nuestras vidas. Y hoy, como sociedad, todos somos mucho más sensibles. ¡Lo volveremos a hacer! Movilización constante, perseverante y llena de coraje», ha subrayado.
«La única batalla que se pierde es la que se abandona», ha recalcado para terminar la carta, que recoge reflexiones que incluye en el libro que el jueves que viene, día en el que Òmnium Cultural cumple 58 años, se presentará bajo el título ‘Lo volveremos a hacer’.
«Involución de Derechos»
Así lo ha explicado Mauri, que ha advertido de que se vive «un momento de involución de derechos sin precedentes, y la desobediencia es un instrumento legítimo, útil e imprescindible», por lo que cree que es un deber y una obligación moral defenderlos si son vulnerados.
Según él, Òmnium ha defendido desde su nacimiento los derechos fundamentales, y ha destacado que la vinculación de Cuixart «con la desobediencia viene de lejos porque fue un insumiso del servicio militar».
«Es una persona comprometida con el país, toma conciencia desde la prisión de que es un preso político y se siente orgulloso de ello», ha asegurado.
También ha opinado que condenar a los presos independentistas implicaría criminalizar derechos fundamentales: «Y si lo hacen y condenan estos derechos tenemos la obligación de volverlos a ejercer. Lo volveremos a hacer, así acabó Cuixart su última palabra en el Supremo».