A la Catalunya independiente le queda en la recámara una oportunidad más, tal como están las cosas en el independentismo político. El Govern si no quiere que le toque caminar en una interminable travesía por el desierto, tiene el deber de hacer política de verdad -proceso de tomar decisiones que se aplican a todos los miembros de un grupo de estado, Catalunya- y pactar, negociar, seducir y mentir si es necesario al Gobierno, o cada vez lo tendrá más dificil sobre el Procés.
Pero incluso eso ya es secundario con el Estado español, y practicamente solo le queda una carta ‘ganadora’. La desobediencia activa. Sin violencia, sin agresividad, sin forcejeos, pero con valentía. El sufle va bajando, lentamente, pero no está como antes. Habrá que cambiar de habitos si quieres cambiar las cosas. Habrá que tirar la piedra y esconder la mano, si es necesario. Que es justo lo que hacen las Cloacas del Estado.. Por eso habrá que preguntarse qué queda por hacer que aún no se haya hecho.
Desobediencia como recurso político e invocar en su apoyo la tradición de la desobediencia civil. Catalunya y el Govern -cuya legitimidad de origen se basa indiscutiblemente en el refrendo democrático, libre, y con 50% del apoyo de su ciudadanía en Catalunya en contra de la cacareada y todopoderosa Constitución de 1978- deben decidir definitivamente, si van a ir contra el anacrónico e injusto orden constitucional.
La Desobediencia como estratégia
La política catalana y sus asociaciones activistas aún tienen la fuerza y la credibilidad de espolear a los ciudadanos para desobedecerla de facto, cuando les parezca bien, a ignorarla unilateralmente (“apreteu”), pero no puede tardarse mucho en decidirse. Un activista tiene más fuerza que dos retóricos. Quizás sea la hora de probarlo de verdad con el Procés -la ninguneada CUP está de acuerdo- Y es que además trabaja con la idea de que Catalunya volverá a las urnas a más tardar el próximo otoño.
Aquí cada vez peor, como quería España. ERC y JxCat, están a la greña. –La Diputación Barcelona es la última- algo hasta lógico por los cargos de poder, y sobre todo las contrapartidas económicas de partido. Pero hay que pactar, la capacidad de pacto es una de las bases en esta vida. Más en política. Rufián hace lo correcto cuando presiona a Podemos para que el PSOE pueda gobernar en España y evitar nuevas elecciones. Cuando dice que «tensar la situación hasta la convocatoria de unas nuevas elecciones sería uno de los mayores errores de la izquierda, que ya ha cometido demasiados».
Pero se ha de hacer respetar lo que se pacte. El Estado español es muy fuerte y hay que equilibrar la balanza. Por eso es necesaria la desobediencia. El derecho a la desobediencia civil está ahí. La noble tradición de la desobediencia civil que va de Rosa Parks, M.L.King o Malcom X, a Gandhi o Mandela, cambiarán por los protagonistas del procés -Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y los exconsellers Jordi Turull, Joaquim Forn, Raül Romeva, Josep Rull, Dolors Bassa, Meritxell Borràs y Carles Mundó, más los presidentes de las asociaciones Òmnium y ANC, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez-.
La Represión sin Diálogo del Estado
Luego tenemos la resolución del Supremo de los presos políticos –o los exiliados- Si es negativamente condenatoria, como se dice, hay que tomar cartas en el asunto. Huelgas hasta que haya indulto o España se va al garete. Que intervenga el TEDH, o más huelgas y España hará el ridículo. O para el abuso judicial, o se cortan las vías de acceso y salida a Catalunya, no creo que haga falta quemar ruedas, pero algo se hará. No se paga a la hacienda estatal ningún tributo hasta que esto se vuelva democrático de una vez.
Los nuevos representantes de la desobediencia civil y de la lucha contra la discriminación en derechos humanos y fundamentales, tienen que hacerse oír, desde la cárcel o desde el exilio. Si hay más represión y hay sentencia condenatoria, se espera dura, y no vuelven los exiliados, que ‘amenacen’ con desobediencia civil, o ese último tren habrá pasado para ellos y para Catalunya. De poco han servido hasta ahora las buenas maneras. No ha habido comunicación ni dialogo. De menos servirá mañana.