Parece que Sánchez, en una realidad paralela propia de los que nunca pisan calle y viven en su mundo en el que un teléfono soluciona cualquier cosa, desde tener siervos que ipso facto te suministran una camisa planchada y en perfecto estado de revista, hasta un avión en pista en disposición de despegar en cualquier momento, se ha cansado de la función que estaba representando para el entretenimiento de sus muchos hooligans y, sobre todo, servidores que viven a cuenta del PSOE y de sus cuotas de representación en los distintos organismos nacionales (e internacionales como la UE, la OTAN o el BM) y para el cabreo mayoritario de todos aquellos que, no queriendo que la escoria fascista toque poder, creyeron que votar a Sánchez era lo mismo que votar progreso y políticas en las que las personas son lo primero y el negocio se debe supeditar a ellas.
No habiendo podido someter, ni siquiera con la amenaza de nuevas elecciones, a los de Iglesias, se dispone ahora a presionar a PP y Ciudadanos para que se abstengan en su investidura. El discurso para distraer es el de siempre. Sin la obtención de los votos de Podemos por la cara y sin contraprestaciones, toca difamar a los morados asociándoles por el voto con los de la COZ ya que van a votar lo mismo en la investidura. Para los que sí pactan con los francistas de la negación (desde el cambio climático a la brecha de género) y han tomado numerosos ayuntamientos, como el de Madrid, el mensaje es claro.
El PSOE es uno de ellos y así lo demostró haciendo presidente a Rajoy y ahora les toca a los otros partidos del Régimen, el de toda la vida y el nuevo creado para recoger el voto de los inconformes con el sistema pero que no quieren abolirlo y que creen que lo más importante en la vida es la patria (una, grande y libre), devolver el favor y actuar en consecuencia y conforme lo que se espera de ellos. Su amenaza no son las nuevas elecciones porque contra ellos no pueden utilizar la propaganda televisiva ni la radiofónica. Su estrategia es mucho más sibilina y más peligrosa para nosotros: la del gobierno de partido único. Si lo que defiende el PSOE es lo mismo que lo que defiende el PP y Ciudadanos, la alternancia es irrelevante.
La maniobra del PSOE es bastante clara, bajo mi punto de vista. Lo que Sánchez Castejón pretende (aconsejado o no por su ‘spin doctor’ Iván Redondo) es llegar a un estado de saturación de la opinión pública en el que, si se convocan nuevas elecciones, primero el PSOE salga ganando y segundo no sean necesarias para la gobernabilidad del país aquellas opciones que son peligrosas para el Régimen del 78. Llámense Podemos, ERC, PDeCAT o EH. Además cuenta con el as en la manga llamado Íñigo Errejón. Los de Pedro cuentan con que Íñigo se presente en todo el estado con su marca “McEspaña” y que los resultados de las elecciones autonómicas en la CAM sean extrapolables al resto del estado y las Mcdalenas les acaben mojando el café a los de Iglesias. Porque con los de Errejón el pacto es fácil.
Este, ya se ha pronunciado al respecto sobre Cataluña con estas palabras “Tiene que pasar tiempo para una solución por la que una nación, en términos culturales, tenga encaje en un proyecto patriótico superior llamado España”. Unas palabras que a mí se me revelan similares a aquellos pensamientos que los fascistas Ramiro Ledesma y Primo de Rivera, basándose en las enseñanzas de Ortega, entornaron con su “comunidad de destino en lo universal” y la España invertebrada. “España no puede ser lengua, clima o historia, porque en ese terreno chocaría contra los nacionalismos periféricos que cuentan con idénticos ingredientes. España es desde su punto de vista algo más que raza y sangre, paisajes y folclore, dialectos y costumbres. España es, por encima de todo, una Unidad de destino en lo Universal”.
También se ha pronunciado sobre lo que cree que debe ser la izquierda “Hay claramente un espacio para otra fuerza progresista no sectaria”. Es decir, que la izquierda debe de ser básicamente lo que el PSOE lleva haciendo desde 1974, una fuerza sin principios ni estrategias excluyentes que puedan negociar con cualquiera. Lo que menos importa es qué es lo que se hace y para quién se hace, sino el por qué. Lo que menos importa son las personas y sus problemas si no que el franquismo rancio pero en “sound round” y “Tecnicolor”, siga adelante.
Pero no solo la táctica consiste en librarse del incómodo brazo de quién pretende que lo social sea la brújula sobre la que navegue el gobierno. Su estrategia de emponzoñamiento, saturación y manipulación sentimental de la población también tiene puesto su ojo en Cataluña. Con las tensiones entre ERC y el PDeCAT por lo ocurrido en la Diputación de Barcelona, y por las “urgencias” de ERC para que haya elecciones autonómicas cuanto antes ahora que las encuestas son beneficiosas, el rumor sobre una sentencia condenatoria por el 1-O, no por rebelión que sería un escándalo mayúsculo en toda Europa, pero si, siguiendo la estrategia del caso de los chavales de Altsasu, por otros delitos cuyas condenas sean ejemplarizantes, dividir a las formaciones que desde el estado denominan como “independentistas” y abrir una brecha política al Procés, sería un triunfo y uno de los objetivos de unas nuevas elecciones generales.
Si esa sentencia se produjera en esos términos, el Régimen del 78 no puede permitirse tener un gobierno sostenido por formaciones que jamás aceptarían el veredicto como el resultado de la independencia judicial y que abordarían el problema de la utilización política de la judicatura por los políticos y los intereses del Régimen. Cuando eso suceda, si sucede, lo que menos necesitan es publicidad en contra y menos por parte de un Ministro. Lo que el Régimen necesita es un “prietas las filas” entorno a la cantinela de siempre: “España es una democracia plena y ejemplar”, “La justicia es Independiente” y “hay que acatar lo que los jueces han dictaminado”. Porque, entre otras cosas lo van a necesitar para justificar la tropelía en Europa.
En este vídeo (minuto 30:00) Ignacio Escolar, explica con claridad por qué se eligen los jueces del Tribunal Supremo. Esa forma de elección dictamina claramente lo que se pretende de ellos:
Así pues, las copas están servidas y la baza electoral juega en casa. El Régimen del 78, el régimen que sanciona cantantes como lo hacía Franco (el último el grupo Adebán, por cantar esta canción), que actúa con una severidad inconforme a la ley contra los presos políticos catalanes, que desvaría convirtiendo una pelea de bar en un conflicto político contra los chavales de Altsasu, que actúa impunemente impidiendo que los diputados y eurodiputados, que a pesar de haber sido elegidos libremente y de tener todos sus derechos en pleno ejercicio, no han podido recoger sus actas, haciéndonos un calvo en toda regla a todos sus votantes, es un sistema endémico y totalitario.
Que PSOE, PP y Ciudadanos se pongan de acuerdo para evitar dar explicaciones sobre el coche que el Gobierno le acaba de comprar al rey por 450.000 euros o que se oculte que el Imán de Ripoll fue confidente de la policía hasta el mismo día del atentado y el CNI tuvo monitorizados (pinchados sus teléfonos) hasta cinco días antes de los atentados del 17A a todos los integrantes del comando, no son casualidades ni elucubraciones conspiratorias de un loco antisistema.
Parte de lo que pretendían ya lo han conseguido. Un pueblo dormido, acongojado y sumiso que ha asimilado la indiferencia hacia la política y que votar no sirve para nada. En este pensamiento, la banca siempre gana.
Salud, feminismo, República y más escuelas.