La libertad de expresión en España existe siempre y cuando expreses lo que no molesta al establishment. O si les molesta, que no les moleste demasiado. O que no moleste a determinadas personas. A otras se les puede insultar, amenazar, degradar, difamar, calumniar. Todo depende de quién seas.
Si insultas a un independendentista, si le comparas con el demonio, si le acusas de comer niños para cenar, tendrás probablemente el aplauso de los que hacen y deshacen. Y no te pasará nada. Aunque te denuncien por ello, la querella se perderá en los juzgados, no encontrarán el domicilio del acusado, se archivará la causa y a otra cosa, mariposa.
Ahora bien: si haces un chiste, si escribes una canción, si les señalas con el dedo, prepárate. Porque ahí interpretarán la ley de cualquier manera para que te hagan pagar por ello. Encontrarán tu domicilio, o te enterarás por la prensa…
Ahora que Pedro Sánchez dice que quiere reunirse con agentes sociales para poder estar más cerca de los problemas reales de la sociedad que quiere gobernar, para adelantar por la izquierda a Podemos, para ganarse simpatías -supuestamente-, hay que recordar una vez más el sesgo de su intención: no quiere reunirse con todas las entidades sociales que defiendan diversas cuestiones necesarias para nuestra sociedad. No. Pedro Sánchez quiere reunirse con los que no le incomoden, con los que le den una carta como a los Reyes Magos, llena de deseos. Sánchez pondrá cara de interés, y aparentará que le preocupan mucho estas cuestiones. Cosa, que dicho sea de paso, no está nada mal, porque al fin y al cabo, sea por la razón que sea, lo hace. Y eso no se lo voy a criticar.
Sin embargo, cuando una organización cultural como es Omnium quiere reunirse con él para trasladarle sus inquietudes, plantearle propuestas, generar sinergias, ya no hay tan buen rollo. Precisamente el Presidente de Omnium, aprovechando que Sánchez quiere generar estos encuentros tan dinámicos y abiertos, remitió una carta solicitando entrevista con el candidato a la Presidencia del gobierno. En su carta exponen que la organización tiene más de 175.000 socios y cuenta con 58 años de historia. Y se le invita a “vencer el miedo al diálogo”. Cuixart es muy grande, porque de una manera tan bonita está plantándole una bofetada (democrática, claro, y metafórica) a Sánchez, “el dialogante”. En su carta, Cuixart le anuncia que quiere explicarle la frase que dijo ante el Supremo: “Lo volveremos a hacer”, señalando que desde Omnium defienden “el derecho a defender el derecho de autodeterminación”. Ojo a esta última frase que tiene miga: no habla de ejercer el derecho de autodeterminación, sino el derecho a defenderlo. Dudo si en Moncloa han pillado la sutileza, a juzgar por la respuesta que han dado.
Es que la carta de Cuixart está llena de detalles muy interesantes. Por ejemplo, apuntar al número de socios: 175.000. Le da a Sánchez donde posiblemente más le duela. Y es que el PSOE, uno de los misterios que tiene, es conocer su número real de afiliados. Haga la prueba, y verá como las cifras publicadas bailan entre un margen tremendamente ancho. Según publicaba recientemente vozpopuli, cuando Sánchez hizo una consulta a las bases para recuperar la Secretaría General, el censo era de 187.782 afiliados. Y eso que en los artículos analizados en prensa, siempre se apunta a que los partidos hinchan sus datos (interpretando que hay gente que está afiliada cuando en realidad ni siquiera pagan cuota desde hace años). Pero vaya, que nos quedamos con esa cifra, como referencia. Hay poco que decir cuando una organización que fundamentalmente es de circunscripción catalana (aunque existimos socios fuera de Cataluña), está casi casi en las mismas cifras que un partido político con circunscripción de toda España. Es un pequeño detalle, pero sirve para poner en su lugar a cada uno.
Aunque Sánchez no ha contestado formalmente a la carta que Cuixart le envía, desde Moncloa ya se han encargado de ir soltando que no, que con Omnium no van a hablar. Moncloa dice que están a favor del diálogo, “pero dentro de la Constitución”. Y se quedan tan anchos. La propia ministra Celáa ha descartado el encuentro porque consideran que defender el derecho a decidir no está dentro de la Constitución. ¿Ve lo que le decía? No se han leído bien la carta: porque en la carta no se defiende el derecho a decidir, sino el derecho a defenderlo, que no es lo mismo. Y además, el derecho a decidir en sí mismo no implica independentismo ni nada por el estilo. Implica tener derecho a expresar tu opinión. Lo que venga después, ya será otra cuestión que habría que hablar.
Quizás por eso se piensan desde Moncloa que si no hablan, no se darán pasos en ninguna dirección. Ese ha sido siempre su error: hablar solamente cuando están de acuerdo, hablar para decir que no, hablar para limitar el diálogo, por muy extraño que pueda sonar.
Lamento profundamente que Sánchez no se de el gustazo de hablar con Cuixart. Lo lamento de corazón. Hablar con Cuixart, para la democracia, es como beberse una botella de agua fresquita después de pasear por la Gran Vía a cuarenta grados a la sombra. Escuchar a Jordi es cargarte las pilas de energía positiva, de ganas de hacer cosas que a su vez te hagan sentirte mejor… a Sánchez le vendría bien tomarse un agua fresquita y visitar a Cuixart. Aprendería a querer a esos que no entiende porque no les escucha. Y de paso, nos ayudaría a todos, en este país que pretende gobernar, a dialogar, que buena falta nos hace.
Todo esto podría haberlo resumido en una sola frase: menudo presidente pretender ser el que no está dispuesto a hablar con algunos de sus ciudadanos. No hablar con quien se lo pida, y que represente a semejante cantidad de personas, le invalida como representante de nada. En definitiva, que no se llenen la boca de democracia cuando funcionan simplemente ofreciendo diálogo a quien piensa como ellos. Eso no es dialogar, no es hacer política: es buscar palmeros y posar en la foto.