El informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza ha dado seguimiento a los indicadores oficiales de pobreza en su evolución en España, es decir que analiza las consecuencias de la crisis en el ámbito de la exclusión social. Esto agraba seriamente a España que hace que las losas salariales debido a la crisis bata su récord de trabajadores pobres.
De dicho estudio se deduce que la desigualdad económica territorial es ahora mayor, con el norte mejor situado que el sur, que se ha producido un constreñimiento de la clase media y que en la parte baja de la escala social se consolida un perfil de pobre alejado del imaginario de la miseria debido a un empobrecimiento de una parte de la población que arrastra hacia abajo los umbrales de la pobreza y a los que las estadísticas no siempre permiten ver con claridad.
España está en ña cuerda floja, el volumen de ocupados en riesgo de pobreza se dispara y alcanza a casi uno de cada siete ocupados mientras varios sectores del mercado laboral, como los menores de 35 años, los trabajadores no cualificados y buena parte de quienes trabajan en jornadas parciales, siguen sin recuperar los niveles salariales medios previos a la crisis de hace ya una década.
El que, como dicen en la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social (EAPN), «no está en las puertas de las iglesias, sino que camina al lado nuestro, mezclado en la cola del supermercado de descuentos, con trabajo parcial o temporal, niños a su cargo y en su mayoría en hogares monoparentales».
La EAPN va presentando sus informes de pobreza en España, pero nadie actua en consecuencia. El Estado español está colapsado. El objetivo era estudiar la composición y las características de la población pobre en España en el año 2017 y han descubierto que una parte importante de los pobres españoles son personas adultas, con nivel educativo medio o alto, con trabajo e hijos menores a su cargo.
Las soluciones que el tejido productivo y las instituciones llevan años aplicando para superar la crisis están maquillando el mercado laboral con una serie de losas precarizantes que llevan camino de cronificarse, especialmente en el apartado salarial y con mayor intensidad en sectores como los jóvenes o las mujeres.
Según Público eso está extendiendo a intensificando el fenómeno de los trabajadores pobres, la gente que, pese a tener un empleo (o varios), sigue sufriendo estrecheces, cuyo volumen no deja de crecer en paralelo a la mejora de las variables económicas para marcar ya un récord de casi 2,6 millones de personas.
Llevan por encima de los 2,5 millones desde, precisamente, 2014, que es el año en el que comenzó la recuperación de las variables macroeconómicas cuando no habían alcanzado ese nivel en las fases de mayor intensidad de la crisis.
Ese empobrecimiento de los trabajadores, que también se está dando entre los parados con una tasa del 46% y entre los jubilados con otra del 12,8% tras crecer, respectivamente, en siete de los últimos diez años con datos y en los cuatro más recientes, tiene focos de especial intensidad en los que, tal y como pone de manifiesto la Encuesta Anual de Estructura Salarial, las losas que impiden que se filtre y redistribuya la recuperación macroeconómica son más pesados, o densos, que en el resto del mercado laboral.
Más productividad y menos salario
Esta situación resulta paradójica, aunque solo aparentemente, en una España en la que los negocios van como nunca, con un PIB de récord que supera los 1,3 billones de euros y le saca más de un 15% al de 2008. Sin embargo, y aunque el indicador va mejorando, hay otros datos y tendencias que desenmascaran el cuadro real.
Por una parte, se trabaja menos que antes de la crisis. Concretamente, casi un 10% menos de horas (entre 587 y 646 millones semanales el año pasado por los de 631 a 722 de 2008) cuando la ocupación es apenas un 5% inferior (19,42 por 20,46 millones de trabajadores tal y como refleja la EPA.
Finalmente, el informe EAPN asegura que uno de cada cinco (22.4%) de las personas pobres han tenido que acudir a familiares o amigos para conseguir alimentos u otros bienes básicos, y el 14,7% ha tenido que hacerlo a través de ONGs.