lunes, 25 de noviembre del 2024

Todo es Pedro Sánchez

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Hablar mal de Pedro Sánchez es el deporte nacional del verano en 2019, pero también tenemos derechos quienes solo sabemos respirar cuando estamos llevando la contraria.

Por eso, el sábado salí a por otra causa de las que molestan. Esta vez estaba dentro de la portada que eligió “El País” para celebrar el medio siglo de “Abbey Road”, quizás usted la vio. Aparecía Puigdemont respetando la ley por primera vez, pues cruzaba la calle por un paso de cebra, aunque era belga y multicolor.

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Con el truco de disparar una pregunta que incluía dos respuestas posibles pero incómodas ambas, conseguí que se juntaran trece, todos contra mí. Llegó un momento en el que pensé que me estaban robando el aire. 

La pregunta decía lo siguiente: “Que prefieres, una España entera pero republicana, u otra monárquica, como la de ahora, pero sin Catalunya”. Una inquietud normal entre quienes recuerdan a Felipe VI, F6 para abreviar, en TV a las 21 horas del 3 de octubre de 2017 y, al mismo tiempo, buscan una solución sin miedo al neo franquismo para evitar que Catalunya rompa amarras del todo y para siempre.

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Como huir de Sánchez no es posible, en uno de los momentos del duro “debate” entre foreros uno de los trece, solemne, escribió: “Pedro Sánchez ha dicho que no habrá referéndum en Catalunya y, por tanto, no se celebrará”.

Recuerdo dos promesas sí cumplidas por presidentes del gobierno. 

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Una fue cuando Aznar dijo en los 90 que solo estaría dos legislaturas y al poco tiempo se sintió tan relajado que nos metió en la guerra contra las inexistentes armas de destrucción masiva. 

¿Se lo habría pensado más si hubiera tenido que ser él quien liderara personalmente la lista del PP a las generales de 2004? 

Cumplió aquella promesa el mismo político del PP que sigue siendo el más cruel embustero del siglo XXI en España y, gracias a ello, a Zapatero no le quedó más remedio que cumplir la suya de sacarnos de la guerra de Irak, aunque la había incluido en el programa electoral cuando las encuestas, por unanimidad, le impedían imaginar que pudiera ganar aquellas urnas.

Era necesario destacar las escasas sinceridades presidenciales porque todavía nos visita el recuerdo de aquel “OTAN de entrada, no”, un lema cuya materialización efectiva contribuyó, sin duda alguna, al descreimiento y a la degradación de la sociedad. Después vinieron corrupciones, corruptelas y lo que se terciara, pues todo cabe en medio de la amoralidad general y delante de una justicia con la venda puesta, pero no la que sirve para no conocer a nadie, sino de la que impide ver lo que está pasando. 

En fin, que los presidentes que protagonizan las transiciones están condenados a declarar transitoriedades.

Y no es que a los demás líderes no les ocurra lo mismo. En noviembre de 2014 Pablo Iglesias declaró que Podemos no era ni de izquierdas ni de derechas, y hace cuatro días, el 25 de junio de 2019, el ex del PSOE Joan Mesquida se afiliaba a Ciudadanos declarando que “esto no va de rojos ni de azules”. 

Pero mucho me temo que Sánchez les ha ganado a ambos en el deseo de no ser Suárez para no terminar sucumbiendo bajo el fuego a discreción de las intrigas coronadas, pero sí parecerse a él en lo de ganar elecciones desde el gobierno.

Aún no hemos olvidado aquellas convocatorias del Pedro Sánchez triunfador tras el 28 de abril, y a las que no se atrevieron a faltar ni Casado, ni Iglesias ni Rivera, aunque parecieron comparecencias en La Zarzuela para las investiduras, ni tampoco los 50 minutos que tuvo a F6 esperando en Marivent con la mesa puesta. Son detalles que bien podrían ser señales de un marcaje mutuo, donde desde el lado contrario tampoco sería inocente ese “mejor formar gobierno que no nuevas elecciones” del propio F6, justo cuando todas las encuestas dicen que Sánchez sigue subiendo.

¿Y si se estuviera fraguando un estado de cosas en el que, dentro de poco, de las dos figuras máximas pueda estar sobrando una?

Lo último de Sánchez, antes de abrir un paréntesis vacacional para seguir poniendo a casi todos de los nervios, ha sido afirmar que “se mantendrán” reuniones con los nacionalistas, aunque rápidamente han aclarado que será Adriana la que se sentará con ellos. Ante todo, hay que respetar los planos que corresponden a las apariencias, pues siempre han sido buenos trucos para ocultar las certezas. 

En otoño se juntará la sentencia con las resoluciones del Parlamento Europeo sobre los diputados presos y el exiliado. 

Soy de los que piensa que Sánchez es de esas personas que confían en salir ganando de cualquier situación al borde del abismo.

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