Las condiciones son asfixiantes y prácticamente imposibilitan que los bomberos puedan ejercer las labores de extinción si no cambian las condiciones metereológicas. Las rachas de viento de más de 50 kilómetros por hora, junto con temperaturas cercanas a los 40 grados, sumado a menos de un 30% de humedad y un foco que avanza dejando un rastro imborrable a su paso, crean una situación de auténtica tragedia en las islas.
Se han desplazado medios aéreos desde la Península, así como la Unidad de Emergencias del Ejército, pero no han sido capaces evitar que avancen unas llamas de hasta 50 metros que ya han arrasadomás de 3.400 hectáreas. Defensa ha enviado tres hidroaviones más, que se sumarán a la media docena que ya está allí y a los cerca de 700 trabajadores que luchan desde el terreno.
La temperatura y el viento hacen que el fuego avance. La orografía del terreno, propia y característica de las islas, con barrancos de difícil acceso, impide que los profesionales puedan ejerces sus funciones. Las condiciones son terribles para luchar contra esta situación.
Ángel Víctor Torres, presidente del Gobierno de Canarias, reconoció este domingo que la situación es límite: “Será muy difícil que no llegue al corazón del Tamadaba y eso nos afecta anímicamente”, reconocía, antes de añadir que el fuego estaba “fuera de cualquier capacidad de extinción”, un estado que se declara cuando las características del incendio escapan a las posibilidades técnicas del ser humano para sofocarlo.
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Por el momento ya se ha evacuado a más de 5.000 personas de casi 50 lugares distintos. “No está contenido, ni mucho menos estabilizado ni controlado. Es un desastre”, reconocía el presidente canario.
Esta situación se ha producido por la conjunción de las condiciones climáticas y que no se espera que mejoren en el corto plazo. Tanto hoy como mañana parece que no llegará la ansiada lluvia, y la vista se pone en el miércoles como día clave para la futurible extinción.