Los árboles que susurran al atardecer,
llevados por la sombra de la luz de la luna,
cantan una canción de pena y aflicción,
llevados por la sombra de la luz de la luna.
Unas palabras musicadas que usted ha escuchado muchas veces, pero que identificará mejor si las escribo tal como su autor, porque comprobará que, con solo susurrarlas, le vendrá el ritmo que a él le llevó a imaginarlas.
The trees that whisper in the evening
Carried away by a moonlight shadow
Sing a song of sorrow and grieving
Carried away by a moonlight shadow.
Sí, se trata de la tercera estrofa de la canción de Mike Oldfield que mejor está soportando el paso de las tres décadas y media que lleva recorridas, si nos regimos por la cantidad de veces que la escuchamos involuntariamente y por el número de versiones que la han enriquecido. No se pierdan, vaya coincidencia, la de The Shadows con duelo incluido, pero solo de guitarras.
Sí, es la tercera estrofa, precisamente cuando Maggie Reilly, mientras sigue cantando, deja paso, sucesivamente, a la novia que nos mira con cara de susto, al gran búho que se vuelve hacia nosotros porque descubre que le estamos mirando y a las manos de los duelistas trajeados retirando a un tiempo y de la misma caja las pistolas, una de las cuales hará que uno de ellos lo pierda todo por ella.
¿Y quién es ella, la nuestra? les pregunto a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias.
Si ella fuera España, no se dejen engañar por sí mismos de tanto disimular el miedo con excesos, que les conviene descartar el duelo.
Si acaso ella fuera España, ¿qué más les hace falta a ustedes para confirmar que esta vez es más fácil desmontarla, y ponerse a reconstruirla, que gobernarla?
¿Qué ganan ustedes, cualquiera de ambos, apostando de nuevo al fragor en el campo incierto de las urnas?
¿Creen acaso que un reparto distinto, aunque diera más a uno y menos al otro, resolvería el verdadero problema que tenemos?
El problema es, como tantas veces, derrotar a los fantasmas que llevamos dentro. Nunca lo conseguimos y nunca lo conseguiremos del todo. Pesa demasiado la historia imaginada que, casi cada día, nos recuerdan los que se creyeron el adoctrinamiento franquista en las escuelas.
Pero estamos obligados a librar y ganar cada una de las batallas que de repente se presentan. Como ésta, la de ahora. Porque si no la ganamos, volveremos a retroceder cien años, aunque no tengamos que destrozarnos con otra guerra.
Con otra guerra como aquella.
Porque los tiempos han cambiado y nos vigilan desde cerca.
Tenéis, ya os tuteo, que poneros de acuerdo para proceder al gran cambio. Calculadlo todo, planificadlo todo, para el cambio tanto tiempo demorado por las amenazas y los engaños. Sabéis a lo que me estoy refiriendo, y sabéis también que tendréis muchos más apoyos. Y que los malos no se atreverán a otra guerra. Como aquella.
Y los tres de la derecha de siempre, pero dividida, ante la nueva Transición que estáis obligados a sacar adelante, solo podrán elegir entre atrincherarse en un pasado que ya no sirve o apuntarse a organizar una derecha moderna que nunca más pueda ser acusada de sospechosa.
De sospechosa de añorar el peor de nuestros pasados, como ha sido hasta ahora.
Y si acaso ella fuera España, no lo hagáis por nosotros, señor Sánchez y señor Iglesias. Hay que ser muy optimista para seguir siendo español y, por tanto, seguiremos soportando vuestras gilipolleces.
Los muy optimistas hasta sabemos morir, aunque también sepamos que no hay luz al otro lado.
Si, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, vean una y mil veces seguidas a Maggie Reilly. Tan dulce la mirada que nos canta, tan violento el humo de los disparos y tan lenta la caída de uno de ellos, con su pistola moral al viento.
Es la caída de uno de vosotros, que siempre será la derrota de ambos.
Porque detrás, ocultos, siguen preparados los de siempre.
Cultivando el odio por todas partes con el abono fácil de vuestro fracaso.
Vídeo Mike Oldfield ft Maggie Reilly Moonlight Shadow: