Seguramente, durante estos días muchos habrán leído o escuchado informaciones que tratan sobre el interés de la fundación de Óscar Camps, Proactiva Open Arms, en el rescate de migrantes. El origen de estas informaciones han provenido en la mayoría de los casos de los sectores más conservadores y ultraderechistas de la sociedad española —en armonía con Matteo Salvini—, pero, desgraciadamente, también el Gobierno español ha contribuido a ello con sus ataques en más de una ocasión, especialmente por parte de José Luis Ábalos, ministro de Fomento, y Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno. Todo ello en una estrategia que no ha podido quedar al margen de Pedro Sánchez.
El argumentario sostiene que la Fundación Proactiva Open Arms está obteniendo un lucro con la migración y que, además, está contribuyendo al lucro de las mafias de migrantes. Por tanto, inapelablemente alimentan la trata de personas. Para Óscar Camps y sus compañeros, la muerte de los migrantes en el Mediterráneo es un negocio: ¿Por qué no dejaron a los migrantes en África? ¿Por qué los rescatan si el Estado español afirma por medio de Ábalos que rescata a más de 55.000 personas al año? Seguro que es por dinero o por fama o por intereses conspirativos…
¿La migración es un problema para Europa?
Para desmontar las tesis de la extrema derecha y los sectores más conservadores habría que comenzar por esta cuestión, pues el argumentario sostiene que la migración es un problema. Pero ¿es cierto? Si tenemos en cuenta los datos oficiales, nada hace pensar que en España o en Europa haya problema alguno con la migración.
Europa recibió en 2016 menos de 700.000 migrantes, lo que comparado con los 500 millones de habitantes que posee no supone ni siquiera un 0,14% de la población. En el caso de España, registró un total de unos 55.000 migrantes en el año 2018, lo que supone un 0,11%. Estas cifras demuestran sin ningún género de dudas dos cuestiones: 1) la migración anual que reciben tanto Europa como España pueden ser asumidas sin mayor contratiempo; y 2) España no tiene ningún razón objetiva para cuestionar a Europa o solicitar un reparto diferente de la carga migratoria, pues su tasa de migración anual es inferior a la europea.
Además, a los datos anteriores habría que añadir que Europa recibe 1,3 millones de migrantes de los países europeos y que si existe un país europeo que ha hecho un enorme esfuerzo migratorio no ha sido en ningún caso España. Habría que mirar más al norte, por ejemplo, a Suecia, que con menos de diez millones de habitantes llegó a acoger durante la crisis migratoria siria, en 2015, a más de 150.000 migrantes (1,5% de su población). El año pasado, 2018, España solo había acogido 2.782 migrantes de los más de 17.000 que se había comprometido.
En definitiva, ni Europa ni España tienen problema alguno con la migración, el problema principal en esta cuestión se centra en la inexistencia de voluntad de gestión. Pensemos que África, el continente más pobre del planeta, alberga a más de 20 millones de los 68 millones de desplazados que existen en el mundo, entre otras cuestiones porque, contrariamente a lo que se piensa, el 80% de los migrantes africanos no llega a salir nunca del continente.
¿Cuál es el origen y los motivos para migrar?
El origen mayoritario de la migración que llega a Europa procede de África y Oriente Próximo y las causas son tan conocidas que en cierto sentido se han vaciado de contenido: hambre, desigualdad y conflictos bélicos.
Siendo más conocido el polvorín de Oriente Próximo y sus consecuencias, conviene reseñar que, según Ayuda en Acción, en África se encontraban en 2018 los diez países más pobres del mundo y en ese momento se vivían hasta 25 conflictos armados que no tenían casi repercusión en los medios de comunicación occidentales.
Conflictos de los que obtiene mucho rédito Occidente vendiendo armas: Francia, Alemania, Reino Unido, España, Italia y Holanda se encuentran entre los diez países que más armas venden en el mundo, según el SIPRI (Stockholm International Peace Research Institut), siendo Estados Unidos la máxima potencia (el 34% de todas las ventas). En España, los tres bancos que más se lucraban con la venta de armas en 2012 eran BBVA, BSCH y Bankia (según el Informe Banca Armada del Centre D’Estudis per la Pau).
Para analizar el hambre y la desigualdad pensemos que, según Oxfam, el 1% de la población acumula tanto capital como el 99% restante y hasta el 82% de la riqueza mundial. Más evidente aún: solo ocho personas —hombres— acumulaban en 2017 tanta riqueza como los 3.600 millones de personas que conforman la mitad más pobre del planeta. Hay migración porque hay pobreza y hay pobreza porque hay un reparto evidentemente injusto de la riqueza.
Además, si la desigualdad mundial aumenta cada año que pasa, en África ello es todavía más acusado. Las mejoras económicas en términos globales que han experimentado en las últimas décadas distintos países, desde América Latina a Asia, terminan en los bolsillos de unos pocos mientras la pobreza de los ciudadanos no solo no se atenúa, sino que aumenta. Algo similar a lo que ha sucedido en España con la crisis, que los ricos han terminado siendo más ricos y los pobres más pobres, pero más acusado. Así, en África los milmillonarios se duplicaron en un solo año (de 2016 a 2017), mientras los pobres aumentaron en 50 millones desde 1990.
Los multimillonarios africanos derivan a paraísos fiscales 14.000 millones de dólares anuales y las multinacionales se llevaron solo en Kenia en incentivos 1.100 millones de euros, el doble de inversión que la que se dedica a sanidad.
Un continente expoliado económicamente, colonizado comercialmente por las multinacionales y asolado por conflictos armados, ¿y nos extraña que pretendan huir a un mundo mejor?
La responsabilidad de la migración, y por tanto de las mafias que trafican con personas, radica en aquellos que acumulan la riqueza y los que venden armas. Los primeros generan desigualdad y hambre y los segundos son imprescindibles para los conflictos. Es más, en la mayoría de los casos son los mismos, porque son los conflictos armados los que permiten mantener los niveles de pobreza y desigualdad para beneficio (y expolio) de la élite mundial.
Los extranjeros generan beneficios económicos
Por otra parte, sería conveniente reseñar que los extranjeros generan beneficios en los países a los que migran. Por ejemplo, en Alemania se constató que los migrantes costaban cada uno al año entre 1.450 y 1.800 euros al año mientras que aportaban 3.300 euros, lo que finalmente generaba una riqueza anual de 6.600 millones de euros. Esto se debe a que, además de los migrantes que hay que salvar, están los que trabajan diariamente, como harán la mayoría de los que salvan su vida si les dan esa oportunidad.
En España, en el año 2011, año de máximo de extranjeros (5,7 millones) el beneficio que generaban los extranjeros superaba los 5.000 millones de euros, ello teniendo en cuenta lo que aportaban y lo que costaban. Por lo que si alguna vez reciben un mensaje sobre las ayudas que reciben (en muchos casos exagerados o falsos), piensen también en los ingresos que aportan.
Pero es que, por si no fuera poco, en España a fecha de 2017 había 4,5 millones de población extranjera, un 21% inferior que el máximo antes mencionado. ¿Cómo puede tener España un problema de migración si el número de extranjeros descendió en cinco años en 1,2 millones?
Deberíamos, por tanto, agradecer a Open Arms y a todos aquellos que salvan migrantes en el Mediterráneo y en cualquier parte del mundo no ya su humanidad, que al neoliberalismo le importa un carajo, sino el beneficio económico que están generando.
¿Saben cuánto costaba a España la inmigración ilegal en el año 2018? Unos 20 millones de euros. ¿Saben qué porcentaje del PIB suponía? El 0,001% (PIB 2018 fue de 1.208.248 millones de euros). ¿Puede alguien considerar de forma seria que es un gasto que afecta a España?
La solución no es pagar a terceros países para hacer desaparecer a los migrantes
Porque lo que realmente debe hacer España (y Europa) es trabajar para reducir las desigualdades, el hambre, la pobreza y los conflictos armados en lugar de repartir dinero a terceros países para que nos quiten de la vista a los migrantes: 6.000 millones de euros a Turquía (de los que se han entregado unos 2.200), 237 a Libia y ahora 150 a Marruecos. Los migrantes no desaparecerán, buscarán otras vías.
Ahora, reflexionen, ¿la culpa es de Óscar Camps y la Fundación Open Arms? ¿Realmente son ellos los que se enriquecen con la migración y los que alimentan a las mafias de migrantes?
Daré un dato más: con el dinero que España entregó a los bancos, 60.000 millones de euros, daría para mantener un año en sus países de origen a gran parte de los 68 millones de desplazados que hay en el mundo y con lo que España pierde en corrupción anualmente, entre 45.000 y 90.000 millones de euros, daría más que de sobra para mantener a los 68 millones de desplazados que hay en el mundo. Sólo lo que mueve la corrupción en España daría para resolver casi de forma completa el problema mundial de los refugiados. Casi nada.
No, el responsable no es el Open Arms ni su financiación ni las aportaciones que puedan recibir por rescatar migrantes, los responsables los tenemos en casa. Los cooperantes de Open Arms arriesgan sus vidas para que la terrible lista de más de 35.000 muertos en el Mediterráneo no siga creciendo (en febrero de este 2019 el número de muertos ascendía al menos a 35.597 muertos en los últimos dieciséis años). Los responsables son, precisamente, los que cada año de crisis han aumentado su riqueza mientras la mayoría empobrecíamos. Y a los que defiende Salvini, y Abascal, y desgraciadamente también el PSOE, desde Carmen Calvo a Pedro Sánchez pasando por José Luis Ábalos. Los responsables son los chiringuitos del PP y del PSOE, los sueldos de Abascal, la financiación ilegal en el PP o la corrupción en el PSOE de Andalucía.
Pero vayamos más arriba: piensen en Felipe VI y Juan Carlos I y su venta de armas; Amancio Ortega y sus empresas explotando trabajadores en diversas partes del mundo; Cebrián y Felipe González y sus negocios sucios en Sudán; o el BBVA, BSCH y Bankia y sus inversiones en armas. Con toda seguridad, ellos tienen mucha más responsabilidad en la migración y el tráfico de personas que cualquier ciudadano. Y mucha más que los héroes, como todos los componentes de Open Arms, que lo arriesgan todo por casi nada.
Luis Gonzalo Segura es exteniente expulsado por denunciar corrupción en el Ejército de Tierra y autor de ‘Un paso al frente’ (2014), ‘Código rojo’ (2015), ‘El libro negro del Ejército español’ (2017) y ‘En la guarida de la bestia’ (2019).