Todos contra Barcelona, la Capital de Catalunya. Hay una campaña de descredito en marcha. La primera, la prensa española que no para de informar negativamente sobre la ciudad condal. Algunos ejemplos:
«Barcelona encabeza el aumento de la delincuencia en España«. «Muere la alto cargo del Gobierno de Corea del Sur que fue víctima de un robo en Barcelona». «El aumento del 31% de los robos en Barcelona dispara el clamor contra la impunidad de los ladrones». «Robo a la familia real de Qatar en un hotel de lujo de Barcelona». «Los delitos aumentan un 25% en tres años en Barcelona». Son titulares de la prensa española de los últimos meses. Hay docenas más.
La novedad, según El Español, es que esos titulares han empezado a aparecer ya en la prensa internacional. En la BBC, en la revista Der Spiegel, en el Frankfurter Allgemeine. «Barcelona, ciudad de ladrones», titulaba hace apenas unos días este último diario. En la prensa de Corea del Sur, Barcelona es ya una ciudad maldita desde hace semanas. Un detalle no precisamente anecdótico: Corea del Sur es el país asiático con mejores conexiones con Barcelona. El hundimiento de la reputación de la ciudad no saldrá gratis.
Valga un ejemplo como prueba de la impunidad de los criminales en la Barcelona de Ada Colau. Sólo 24 horas después de que un grupo de delincuentes rodeara al embajador de Afganistán, le golpeara y le tirara al suelo para robarle un reloj valorado en 17.000 euros en plena Via Laietana de Barcelona, un importante empresario español sufrió el mismo robo en el mismo punto de la ciudad y a la misma hora de la noche.
Ocurrió a sólo unos metros de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña, a tiro de piedra del Ayuntamiento de Barcelona y del Palacio de la Generalidad. En pleno centro de la ciudad, y en uno de los rincones más vigilados por fuerzas y cuerpos de seguridad autonómicos y municipales, un delincuente forcejeó con el empresario y le arrancó de la mano un reloj valorado en muchos miles de euros.
«Barcelona encabeza el aumento de la delincuencia en España«. «Muere la alto cargo del Gobierno de Corea del Sur que fue víctima de un robo en Barcelona». «El aumento del 31% de los robos en Barcelona dispara el clamor contra la impunidad de los ladrones». «Robo a la familia real de Qatar en un hotel de lujo de Barcelona». «Los delitos aumentan un 25% en tres años en Barcelona». Son titulares de la prensa española de los últimos meses. Hay docenas más.
La novedad es que esos titulares han empezado a aparecer ya en la prensa internacional. En la BBC, en la revista Der Spiegel, en el Frankfurter Allgemeine. «Barcelona, ciudad de ladrones», titulaba hace apenas unos días este último diario. En la prensa de Corea del Sur, Barcelona es ya una ciudad maldita desde hace semanas. Un detalle no precisamente anecdótico: Corea del Sur es el país asiático con mejores conexiones con Barcelona. El hundimiento de la reputación de la ciudad no saldrá gratis.
Que la criminalidad en Barcelona está desbocada lo demuestra el hecho de que todas esas noticias quedaron desfasadas en apenas unas horas: «Barcelona, fuera de control: 7 homicidios en 40 días y 26 delitos cada hora ante la pasividad de Colau». Porque a las 48 horas de publicarse el texto de David López Frías, un hombre de 47 años fue apuñalado mortalmente en la calle Vilapicina de Barcelona, incrementando el tétrico contador hasta los ocho homicidios en sólo mes y medio.
Valga un ejemplo como prueba de la impunidad de los criminales en la Barcelona de Ada Colau. Sólo 24 horas después de que un grupo de delincuentes rodeara al embajador de Afganistán, le golpeara y le tirara al suelo para robarle un reloj valorado en 17.000 euros en plena Via Laietana de Barcelona, un importante empresario español sufrió el mismo robo en el mismo punto de la ciudad y a la misma hora de la noche.
Ocurrió a sólo unos metros de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña, a tiro de piedra del Ayuntamiento de Barcelona y del Palacio de la Generalidad. En pleno centro de la ciudad, y en uno de los rincones más vigilados por fuerzas y cuerpos de seguridad autonómicos y municipales, un delincuente forcejeó con el empresario y le arrancó de la mano un reloj valorado en muchos miles de euros.
Los comerciantes de la zona conocen a todos y cada uno de esos delincuentes. Según datos de los Mossos d’Esquadra, el 90% de los delincuentes barceloneses culpables de robos con violencia no llegan a ingresar en prisión. Y eso a pesar de que los arrestos se han incrementado en un 80% en lo que va de año. De los 1.529 detenidos por robo con violencia en lo que llevamos de 2019, sólo 165 han ingresado en la cárcel.
Las cifras de criminalidad en Barcelona son propias no ya de otros países, sino de otros continentes. Doce homicidios en lo que va de año. Dos más que en todo 2018. 635 delitos diarios. No los suficientes, en cualquier caso, como para que Ada Colau se dé por aludida.
«Barcelona es una ciudad segura con algunos problemas de seguridad«, dijo la alcaldesa hace apenas unos días. Ada Colau no ha interrumpido sus vacaciones por la ola de criminalidad que sufre la ciudad, pero sí ha sido vista disfrutando de la noche barcelonesa en las fiestas de Gràcia. De esas fiestas volvía, precisamente, la joven que fue violada la madrugada del domingo en el barrio de Horta de Barcelona.
Estados Unidos alerta a sus ciudadanos de los peligros de visitar España. Su embajada en nuestro país advierte en su página web de un aumento significativo de los delitos violentos en la ciudad de Barcelona este verano, sobre todo en las zonas turísticas.
El consulado de Estados Unidos en Barcelona publica esta segunda alerta de seguridad para los ciudadanos norteamericanos que visiten la ciudad condal. Ya publicó la primera en diciembre del año pasado.
— MΛRC VIDΛL (@marcvidal) August 21, 2019
fuente: https://t.co/HAU2RvrVqh pic.twitter.com/YArH1NdieE
Por consiguiente, ante tal dispendio de datos recogidos por ese diario, y a pesar de esos graves problemas de seguridad, hay que tener el máximo cuidado con la bomba de relojería que acaba de activarse. Alguien está haciendo lo posible por dar mala imágen a Barcelona. Y no es solo Colau…