jueves, 21 de noviembre del 2024

El ejército asesina la meritocracia

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¿Se imaginan un ejército donde el mando castigase a sus subordinados por sentirse orgullosos de sus símbolos y manifestarlo públicamente? Pues esto precisamente es lo que ocurrió en Base Aérea de Šiauliai (Vilkas – Lituania) en el destacamento donde se encuentran los F-18 españoles que realizan misiones de policía aérea en el Báltico.

Todo empieza cuando la sección de mantenimiento de los F-18, solicitó al Jefe de la Unidad, una bandera de España que había participado en una carrera benéfica local (IMAGEN A). Se sentían orgullosos y pidieron a su jefe, el teniente coronel Alberto Valero Martínez, que les permitiera colocar en esa bandera el símbolo de la sección y colgarla en el hangar donde realizaban su trabajo diario

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(IMAGEN B).
Esto que parece algo banal no lo es dentro del mundo castrense, pues hasta la sección menos operativa aspira a tener su propio estandarte con su propio símbolo y su propio lema, algo que lucir con orgullo ante otras secciones o unidades, y hacer que ese símbolo sea reconocido halla donde se vea entre sus compañeros de armas por el buen hacer y profesionalidad de la sección que lo enarbola.
Pues bien, el Sr. Valero Martínez (IMAGEN C) accedió a esta petición, y en la lógica alegría de haber conseguido tener su propia enseña con el símbolo de su sección, todos quisieron improvisar un acto oficial que recordar en el futuro, cómo ellos habían puesto el primer ladrillo de lo que esperaban fuera el símbolo que reconociese a esa sección.

A falta de megafonía, de banda militar y de escuadra de honores, no todos tienen el privilegio de disponer de estos servicios, ellos fueron la propia escuadra de honores improvisando los elementos necesarios para un acto íntimo, pero a la vez de un gran sentimiento de pertenencia a una de las unidades de vuelo más operativas del Ejército del Aire, el ALA 12.
Su sorpresa fue mayúscula cuando el Sr. Valero Martínez, que era conocedor de todo y lo había autorizado, de pronto decidió que todo aquello era un insulto a los símbolos nacionales, e informó al mando en ese sentido solicitando las correspondientes sanciones disciplinarias (IMAGEN D), algunas de ellas por falta grave. Sin embargo y a pesar de ser el máximo responsable y de haber accedido a la petición, no hubo ninguna consecuencia para el Sr. Valero Martínez.

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El final de esta historia es que se le ha incoado expediente sancionador a varias personas de la sección de mantenimiento del ALA 12, cuando en realidad el único responsable, aquel del que se esperaba la suficiente capacidad y solvencia profesional y castrense, como para resolver los hechos relatados, internamente dentro de la unidad sin que estos llegasen a tener mayor trascendencia, no ha sufrido ningún tipo de reprensión manteniendo su hoja de servicios impoluta, como si fuera merecedor de asumir puestos de mayor competencia.

No hace mucho podía leerse en un periódico como un Guardia Civil de tráfico se ponía de pie en su moto y saludaba a una bandera que portaban dos viandantes. Si hubiesen aplicado la misma filosofía que el Jefe del destacamento español en la Base Aérea de Šiauliai y los mandos del Ejército del Aire, ese guardia en lugar de un merecido ¡OLE!, ahora estaría enfrentándose a una sanción disciplinaria al no tratarse, al igual que en el caso descrito de un acto oficial ni programado.

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