lunes, 25 de noviembre del 2024

Elecciones generales, candidaturas y abstenciones desde 1977

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Desde que se ha sabido que Errejón y los suyos concurrirán a las urnas del 10 de noviembre, millones de personas se preguntan si las papeletas de “Más país” en las mesas de los colegios electorales movilizarán a los electores desmoralizados por el fracaso negociador del dúo imposible Sánchez/Iglesias, o terminarán recortando la suma actual de 165 escaños PSOE+UP, dado el castigo que la LOREG proporciona sin piedad a todos los que se dividen.

Bien lo sabe Casado, insistente con su “España SUMA”. Si con esta propuesta no consigue siquiera convencer a los de Rivera y Abascal que se agrupen en alguna especie de coalición solo para el Senado, quedará demostrado que, aunque la izquierda no sea capaz de pactar un gobierno para el ámbito político llamado “España”, la derecha no lo es ni para hacer lo mínimo que les permitirá pasar de una derrota segura a la victoria garantizada.

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Por cierto, no estaría de más que los tres principales partidos de izquierdas, más las mareas, confluencias y otros de ámbito local, se plantearan una coalición al Senado. Sirve la misma regla de tres que para los de derechas.

Por cierto, no se quejaron nunca los del PP del sistema de atribución de escaños contemplado en la citada ley electoral durante las décadas en las que, convocatoria tras convocatoria, las noches electorales tergiversaron a su favor el poder parlamentario correspondiente a un total de 8.763.044 votos cuyos electores habían depositado en las urnas a favor de otras candidaturas.

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Todo legal, por supuesto.

Esos casi nueve millones solo son una parte de los 37.540.235 votos que, incumpliendo la igualdad de todos ante la ley que establece el artículo 14 de la Constitución, se han tergiversado desde las elecciones de 1977, entre los cuales, por cierto, hay un millón y medio más que han beneficiado al PSOE que al PP.

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No es extraño que ni los de Sánchez ni los de Casado se planteen cambiar la LOREG, pues viven de la ilusión de unas urnas que, como por arte de magia, permitan tergiversar tantos votos contra sus adversarios respectivos, los del mismo color de cada uno de ellos, que consiga la desmoralización definitiva de muchos de sus dirigentes intermedios y allane a PP y PSOE el camino de regreso a su añorado bipartidismo.

A fin de cuentas, aquel PSP de Tierno Galván no pudo superar la tergiversación, en su contra, de 525.676 votos que le robaron once escaños en el Congreso constituido tras las elecciones del 15 de junio de 1977.

En medio de tanta confusión e inestabilidad, con tal de buscar información que quizás nos permita especular con algo de fundamento sobre la duda que preocupa a millones, lo que hemos hecho antes de ponernos a escribir hoy es consultar la información que proporciona Interior sobre los resultados de las 14 elecciones generales celebradas desde 1977.

En particular, hemos buscado número de candidaturas y porcentajes de abstencionistas por si entre ambos parámetros podría derivarse alguna correspondencia.

El siguiente cuadro nos proporciona la información citada:

Año Elecciones Núm. Candidaturas % Abstención
1977 82 21,17%
1979 52 31,96%
1982 61 20,03%
1986 51 29,51%
1989 63 30,26%
1993 85 23,56%
1996 69 22,62%
2000 97 31,29%
2004 96 24,34%
2008 98 26,15%
2011 62 31,06%
2015 55 30,33%
2016 52 33,52%
2019 67 28,24%
TOTAL / MEDIA 990 / 71 27,43%

Fuente: Ministerio del Interior.

No es fácil sacar conclusiones, pero, agrupando las elecciones según los porcentajes de abstención que hayan sido inferiores o superiores a la media, podemos comprobar que:

·         De los seis años en los que la abstención fue inferior a la media, en cuatro de ellos, es decir, el 66,7%, el número de candidaturas era superior a la media. Podemos deducir que una participación electoral alta, un valor que siempre se considera positivo en las democracias, se ha visto acompañada de una oferta electoral superior a la media.

·         Y de los ocho años en los que la abstención fue superior a la media, en siete de ellos el número de candidaturas fue inferior, catorce menos de media, un dato que consolida la confianza en el resultado obtenido con el criterio anterior.

Confirmándose ambas correlaciones si el primer criterio es el de candidaturas presentadas.

·         Primero los años en los que el número de candidaturas fue superior a la media, cinco en total. En todos ellos, salvo el de la mayoría absoluta de Aznar en 2000, la abstención fue siempre significativamente inferior a la media.

·         Y, por último, de los nueve años en los que el número de candidaturas fue inferior a la media, en siete de ellos la abstención, un valor que cuando es alto dicen los políticos que nos debe preocupar, fue superior a su media total de las abstenciones durante los 42 años de urnas.

A priori, podemos concluir que, si el comportamiento del electorado sigue los patrones acreditados hasta la fecha, cosa que no se puede asegurar en ningún caso, son muy superiores al 50% las posibilidades de que las candidaturas de Errejón movilicen a votantes de izquierdas que podrían no acudir a las urnas.

Y volviendo de nuevo a la duda sobre la concurrencia de las candidaturas de “Más país” en relación con los efectos tergiversadores de la LOREG en la fase de conversión de votos en poder parlamentario, si Errejón mantiene el compromiso de no concurrir en las muchas circunscripciones pequeñas, lo más probable es que su oferta política contribuya a mantener, o incluso incrementar, los 165 escaños progresistas de la legislatura recién finalizada, aunque de momento parece imposible que Sánchez consiga lo que sí que le quita el sueño: seguir necesitando los votos de independentistas catalanes para sacar adelante la investidura.

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