El Secretario General Técnico del Ministerio de Defensa, Emilio Fernandez-Pineyro Hernández, reconoce en pregunta realizada en mayo pasado (derecho de acceso a la información pública nº exp. 001-034385), que “la averiguación y procesamiento de los datos solicitados requeriría una profusa concatenación de actividades previas de elaboración, una labor prolija y en ocasiones inabordable”. Es curioso que en otros ámbitos no hayan tenido problemas en buscar y firmar acuerdos de colaboración con entidades externas, ¿Por qué entonces no se hace lo mismo en estos casos?
Ya con anterioridad la asociación Cuestión de Justicia y Honor ponía de manifiesto la falta de control sobre el personal que forma parte de este Ministerio y no asombra este tipo de contestaciones, pero la respuesta evidencia una clara intencionalidad de no querer investigar el origen de estos problemas, ¿Qué es lo que quiere ocultar el MINESDEF, lo que no quiere que se sepa?
También revelábamos la obligación que tenían todos los departamentos de la administración pública de adaptar el protocolo de acoso laboral que se había creado para los funcionarios públicos, y de cómo el Ministerio de Defensa lejos de adaptar dicho protocolo, eludía esta obligación aplicándolo sólo al personal laboral (personal civil) eludiendo la obligación de aplicarlo entre los militares afirmando que entre estos no existía el acoso laboral. ¿Cuántos más casos de acoso laboral, bajas psicológicas por misión o casos de suicidio es necesario que vean la luz pública para que cumplan con su obligación?
Pero es que también están eludiendo el cumpliendo de la normativa PRL en relación a las bajas por motivos psicológicos con la triquiñuela de considerar todas ellas como contingencia común (claro para ellos no existe el acoso laboral entre militares).
LOS CASOS QUE EL MINISDEF SILENCIA.
¿Qué es lo que guardan en común tanto una baja acogida bajo el paraguas del protocolo de acoso como bajo la Prevención de Riesgos Laborales (por contingencia profesional)?, pues algo muy peligroso para el mando, la recogida estadística de datos. Si estos datos se recogieran nos mostrarían una realidad que podemos deducir por comparación con los casos reconocidos de acoso laboral por razón de género, pues no nos engañemos, un acosador laboral acosa a sus subordinados por igual con independencia de su sexo.
Ahora bien si el 12’7% del personal de las FAS es femenino y entre el 2004 y el 2015 hubo 10 condenas de acoso por razón de género (Estudio específico sobre situación de las medidas de prevención, formación y apoyo a las víctimas de acoso sexual, laboral y profesional en las Fuerzas Armadas del Observatorio de la vida militar), eso significa que con toda probabilidad durante ese mismo período existieron, al menos, 87 casos de acoso laboral sobre hombres y sobre mujeres (en este caso realizado por otras mujeres), que no fueron computados ni investigados porque para el MINISDEF y para el Observatorio de la Vida Militar no existieron.
A estos valores habría que añadir los casos que vienen derivados por las exigentes características que se producen cuando nuestros militares se encuentran realizando misiones de alto riesgo y cuya causa efecto, efecto que en algunas ocasiones desemboca en suicidio, no son tenidas en cuenta ni estudiadas o investigadas para poner los medios que las minimicen, porque el MINISDEF no reconoce la causalidad con el servicio en bajas psicológicas, todo ello amparados en la estricta interpretación de la jurisprudencia del Tribunal Supremo. ¿Es necesario que comparemos con la jurisprudencia existente cuando este acoso se produce fuera del ámbito castrense?
Esta situación deja en una clara situación de desamparo a los militares, en especial a aquellos que participando en esas misiones, no se les trate en la medida de lo que aportan ellos al conjunto de todos nuestros ciudadanos, una clara situación de deslealtad por parte de los responsables del ejercito que debemos poner en conocimiento de la ciudadanía.