La monarquía de los Borbones está tan devaluada que incluso todo lo que toca le hace bajar su valor. Hubo un tiempo en el que ver a la familia real cerca de tí, o tú cerca de ella, era un síntoma de prestigio. Pero las cosas han cambiado mucho y los Borbones no están de moda. Solo hace falta ver sus últimas encuestas donde han caido en picado en las que solo la mitad de los españoles está a favor de ella.
Ahora todo la Casa Real lo hace todo más oculto a la vista de los pocos vasallos que le quedan. Sus vacaciones se han convertido en secreto de Estado. Por ejemplo dejaron el yate Fortuna, para no ser objeto de fotografias y opulencia, y especialmente por el coste de mantenerlo, el que era una tradición más del verano español. La ‘maldición’ que lo que está cerca de los Bornones, se devalúa, tambien le ha tocado al lujoso barco de recreo.
En estos momentos el pobre yate languidece víctima de su propio esplendor. Este espectacular barco fue el regalo que le hicieron a Juan Carlos I 22 empresarios mallorquines. Pagaron por él 20 millones de euros, pero ahora, casi dos décadas después de su construcción, no consiguen venderlo ni por 3,9 millones. Es más, según ha podido saber Vanitatis, el propietario «está dispuesto a venderlo por 2.200.000 euros», lo que supone una rebaja de 1.700.000 euros respecto a su último precio. Prácticamente la mitad.
Fue puesto en pie en el año 2000 en los astilleros Izar de San Fernando. Construido totalmente en aluminio, a sus 42 metros de eslora, que acogen cinco camarotes dobles además de los de la tripulación, hay que añadir que está equipado con tres motores Rolls-Royce que le permiten alcanzar la increíble velocidad punta de 65 nudos (125 kilómetros por hora). Eso sí, a costa de desembolsar en torno a 25.000 euros de combustible diésel cada vez que se llenan sus depósitos. Lo que pagaban todos los españoles.
En el año 2013, el rey Juan Carlos renunció a usarlo y Patrimonio se lo devolvió a los empresarios que se lo habían regalado. Lo pusieron inmediatamente a la venta por la mitad de lo que les había costado, pero no hubo ningún comprador dispuesto a desembolsar ni de lejos los diez millones de euros que pedían. Finalmente fue adquirido en julio de 2014 por la naviera Baleària, la compañía que realiza los transportes en ferry entre Baleares y la península. La empresa pagó 2,2 millones de euros, una cifra no muy distante a lo que costaba anualmente mantener el yate Fortuna, hoy rebautizado como Foners. Y también la cifra por la que ahora se vende de forma confidencial.