El afán de crear Aeropuertos en España como símbolo de opulencia es tan ridículo como disparatado. Pero lo que realmente es, es ruinoso. Un aeropuerto, el de Huesca, cuyo tráfico de pasajeros no llega a los dos diarios y, otro, el de Albacete, en el que la media de operaciones (aterrizajes y despegues) no llega a la docena por semana. De escándalo.
En cualquier caso, España ve posible el mantenimiento de infraestructuras públicas con esos niveles de actividad, a los que se suma un inexistente trasiego de mercancías, tal y como refleja la reciente estadística de Aena, la empresa estatal que gestiona los complejos aéreos españoles y que pasa por ser el primer, y creciente, operador del planeta por número de viajeros, sobre la actividad de sus instalaciones en 2019.
Los registros del año pasado sitúan de nuevo al aeropuerto de Huesca-Pirineos en la cola de la clasificación por pasajeros, con solo 622 (1,7 por día), y al de Albacete en el último puesto por operaciones con solo 561 (1,5 diarias).
Ambos han ocupado el último puesto de esos rankings al menos los últimos cinco años (vea aquí los datos de 2015, 2016, 2017 y 2018), con la excepción de 2018, cuando el aragonés superó al manchego por 178 viajeros (llegó a 1.473) coincidiendo con el trasiego que generó el paso por primera división del equipo de fútbol de la ciudad. Sin discusión, Aeropuertos #MarcaEspaña.