domingo, 24 de noviembre del 2024

Hipocresía pura de Felipe VI en Israel

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Josep Herrera
Josep Herrera
Periodista Journalist Press                                                                                                                                                                             diariolasrepublicas@gmail.com
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Un Felipe de Borbón en estado puro, ha clavado el refran de «Dime de qué presumes, y te diré de qué careces». En la cena de bienvenida al mayor evento diplomático en la historia de Israel con motivo del Quinto Foro Internacional del Holocausto, Felipe VI fue el único mandatario extranjero en tomar la palabra, como el salvaguarda de la lucha antifascista en el planeta.

Al son de las ‘Cuatro estaciones’ de Vivaldi, casi 50 líderes mundiales, incluidos primeros ministros, presidentes, reyes y autoridades religiosas, hicieron su entrada en la residencia del presidente israelí, donde el campechano Reuvén Rivlin les deseó a cada uno que disfrutasen de la velada en el 75 aniversario de la liberación de Auschwitz.

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El monarca español habló al comienzo de la cena oficial de «la ignorancia como origen del maltrato que los seres humanos se dispensan los unos a los otros«, citando al filósofo judío cordobés Maimónides. También señaló que la barbarie, la intolerancia y la falta de empatía que permitieron el Holocausto son “enfermedades civilizatorias” que hay que prevenir desde el punto de vista individual y colectivo.

Con una hipocresia desmesurada, el Jefe de Estado que defiende la crisis del Procés con represión y más represión, no puede dar lecciones de democracia y decir que «No hay lugar para la indiferencia ante el odio, el racismo, la xenofobia y el antisemitismo» en las sociedades de hoy. Eso, o es que vive en otro lugar que no es España.

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Refiriendose al pasado nazi que asoló Europa e intentó exterminar a los judíos en su totalidad, acabando con la vida de seis millones de ellos, y a otras personas, en particular, por su ideología, raza, inclinación sexual o capacidad mental, pero las palabras del Rey también se hacían extensivas al presente.

En la historia reciente, cuando se creó Israel en 1948, España buscó un acercamiento a la nueva nación, pero fue rechazada frontalmente por Israel por el papel jugado por España durante la Segunda Guerra Mundial y su colaboración con el Nacismo de Hitler aportando la División Azul, entre otras ayudas.

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A posteriori, en los años cincuenta, cuando se produjo un cambio de apertura en la política interna israelí, la España fascista rechazó la amistad en unos años en que la dictadura de Franco consolidaba su “tradicional alianza con los países árabes”, hasta la fecha. Solo en 1986, ya en democracia, se establecieron las plenas relaciones diplomáticas. Pero en secreto, en un hotel de La Haya.

EL rey Felipe VI de Borbón en Israel.

Rey de España y de Jerusalén

No fue casualidad que Felipe VI fuera el responsable de hablar en nombre de todos los demás invitados. La organización israelí quiso reconocer con esta deferencia el papel especial que tiene España en su relación con Israel. Probablemente, el país anfitrión también tenía en mente que Felipe VI, además de rey de España, es rey de Jerusalén según la Constitución española y ocho siglos de historia en ese sentido.

Este título no se materializa en nada en particular y, sin embargo, desde el punto de vista simbólico es relevante, además de, tal vez, una excentricidad. “Es simbólico que en España puedas ser marqués, conde o duque de un territorio que no te pertenece, es más simbólico aún cuando se trata de un territorio en otro país”, indica el politólogo Juan Antonio Lisbona, especialista en la historia de los judíos en la España contemporánea y las relaciones de España con Israel.

“La España de hoy no es la del imperio, hoy en día ningún rey de España se identifica ni reclama ser el legítimo heredero de los monarcas bíblicos ni el control efectivo sobre el territorio de Jerusalén, por lo menos no explícitamente”. Pero Felipe VI sabe que tiene fuertes intereses en Israel (tambien, y con su familia, en los paises arabes).

La España Imperial/Colonial sigue teniendo posesiones en Tierra Santa, según Lisbona: “Cada vez menos, porque las ha ido vendiendo pero, por ejemplo, en el año 1981 cedió algunas por un acuerdo con El Vaticano, pero conserva otras como Obra Pía, en Ein Karem, a las afueras de Jerusalén, en Acre, en Yafo, Tel Aviv…”.

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