Los máximos representantes de la Casa Real española, los Reyes de España, representan a una institución anacrónica que posee tanto a detractores como a vasallos por todo el territorio estatal. Ahora los monarcas se hayan de viaje por Andalucía, región donde se suele vitorear a todo o que tenga que ver con el estatus social o el poder, acostumbrados a los Duques, Condes, Marqueses o Señoritos terratenientes de turno.
Tierra de Guardías Civiles, ahí en Jaén está su academia. Y de esas tierras salieron la mayoría del destacamento del “a por ellos” contra Cataluña. Bien, como los reyes necesitan baños de masa propagandístico para su prologanción, la Zarzuela ha decidido llenar la agenda de actos oficiales como decimos por tierra de Andalucía, porque en Cataluña y Euskadi no se lo permitirian. Yendo a pueblos, recibidos por masas enaltecidas y sonrientes, cientos de banderitas de España y estruendoso clamor de abuelitas y menores.
La semana pasada en Écija, Sevilla, y esta semana toca en en Almonte, Huelva, y en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Viajes de masas enfervorecidas al servicio de los monarcas. Pero de entre los reyes en estos viajes destaca una persona, la plebeya y maniática Reina Letizia. Reina consorte, que tiene un sinfín de manías que entran dentro de la paranoia.
La primera manía de la Reina Letizia, es su actuación a la hora de saludar. Cuando está con el Rey Felipe, tienen que saludar a mucha gente, y cuando eso ocurre, Letizia se adelanta con un pequeño paso para saludar, lo que es un error de protocolo, forzada quizás por su egolatría. Según los entendidos, el protocolo dictamina que la persona con mayor rango o relevancia, es la que debe iniciar siempre el saludo.
El control de la situación, siempre es su prioridad. En cualquier situación y de forma paranoica. Incluso en el colegio de sus hijas, donde hizo que se prohibieran los teléfonos móviles con el objetivo de evitar que se hicieran fotos sin su consentimiento. Pero también, hizo que pusieran vallas más altas y logró cambiar el menú del comedor escolar para adecuarlo a su dieta. Absoluto control con sus hijas, a las cuales solo se les hacen fotos cuando la Reina lo permite.
Y es así y no simplemente rigor de protección entre madre e hija, porque esa manía absolutista le llevó al que fue un incidente público, informado desde aquí, cuando la abuela de las niñas, la Reina Sofía, intento hacerse una foto con sus nietas a la salida de una misa y Letizia se interpuso de manera brusca y autoritaria, algo que captaron todas las cámaras y que fue un auténtico escándalo en su día.
Algo más que manías y bien sabido, es que la Reina Letizia se ha realizado varios retoques estéticos, los cuales han contribuido a que se vea totalmente diferente a la persona que se casó con el rey. Por ejemplo, se ha hecho una mentoplastia para lograr una cara más femenina, acompañada de una rinoplastia. Además, se ha puesto botox, para estirar la piel y lograr parecer más joven.
Además, y según fuentes expertas, se ha puesto silicona en el pecho, tan solo para que sea más firme. Finalmente, se ha realizado pequeños retoques como eliminar las bolsas de Bichat, tratamientos de colágeno en la piel y una ortodoncia para corregir la dentadura. Sin duda, toda una maniática del bisturí y la imagen.
Pero volviendo a estos últimos viajes no encontramos con otro destello de manía o ya entrando en paranoia. En su visita a uno de los colegios, una vez estando en clase y sentada, le da la vuelta a una silla de las que utilizan los pequeños. No se sabe si lo hizo porque le recuerda cuando ella pegaba los chicles debajo del asiento, o buscaba una bomba, un mensaje oculto, o simplemente la marca del fabricante de la sillita.
Vídeo del momento paranoico (a los 20 segundos del mismo):
