El enfermo llegaba con retraso…
Por fin llegó el enfermo al estacionamiento, apartado, que habían dispuesto las autoridades aeroportuarias, apenas media docena de efectivos de la policía de aquel país, delimitaban una “zona de seguridad”, para que se pudiesen efectuar las tareas previas al embarque.
Allí mismo en el suelo al lado del avión se acondicionó al religioso para su embarque, la complicidad entre los médicos que estaban en aquel país atendiendo a los enfermos de Ébola y los componentes de la UMAER me pareció absoluta.
Siguiendo el estricto protocolo que marcaban aquellos y extremando al máximo las exiguas medidas higiénicas de las que se sabía eran efectivas y existian, se esterilizó o limpió toda la superficie susceptible de haber sido contagiada en esa maniobra. Desde la cúpula exterior en la que se acomodó al religioso, a las asas, calzado, todo lo que era susceptible de haber tenido contacto con el enfermo se quedó allí para su posterior destrucción.
Una vez embarcado todo el mundo y con los depósitos de combustible llenos, empezaba el viaje de vuelta, un viaje tranquilo y directo a Torrejón de Ardóz. Como así fue, no obstante, las horas de actividad se notaban, cabezada va, cabezada viene, pero siempre manteniendo la vigilia por si el equipo sanitario necesitaba alguna cosa. Al final como era de esperar la camilla que se decidió estibar en la última posición de cabina por ser la más alejada, fue la que trajo los pequeños problemas. Como ya expliqué el avión utilizado, tiene mayor capacidad de volumen de carga por ser más largo, con la misma unidad de calefacción, por lo que al final del avión la temperatura con respecto a la parte delantera varia drásticamente.
Fue precisamente la baja temperatura en la parte trasera del avión la que obligó a retirar todas las compartimentaciones improvisadas con plásticos, para que el enfermo no acabase sufriendo una Hipotermia. De repente la supuesta zona intermedia que debía mantenernos “aislados” del enfermo desapareció por completo.
La llegada y el desembarque a la Base Aérea de Torrejón de Ardóz fue un trámite más de la misión que concluyó con la repatriación con éxito de un compatriota que había servido durante tanto tiempo fuera de nuestro país ayudando a los más desfavorecidos.
Llegaba la hora del merecido descanso para todos, ya que el cansancio acumulado era considerable y al día siguiente todavía quedaba trabajo por hacer, el tratamiento de desinfección del avión tenía que realizarse.
Pero sin un protocolo establecido para mantener una cuarentena, nos fuimos al Hotel, increíble, la Base Aérea de Torrejón o el mando correspondiente, ¡!!no había previsto eso!!
Y todavía quedaba la última fase de la Misión…