Como si regresara a nuestras vidas el pasado más oscuro y amenazador, está comenzando a suceder que las cosas que molestan al poder en España logran mejor eco en las portadas extranjeras.
La casualidad ha querido que el peligro mundial Covid-19, que no logra derrotar a la marca Coronavirus que tantos juegos de palabras nos regala, florezca y prolifere al mismo tiempo que afloran cien millones de dólares vinculados al rey Juan Carlos I, gracias a que Tribune de Genève se ha hecho eco de la investigación que hace dos años comenzó la fiscalía de Suiza.
Una de las operaciones con esos dólares que más ha llamado la atención a la Justicia helvética ha sido la transferencia de 65 millones a una cuenta bancaria que Corinna, persona que ya es como de la familia, tiene a su nombre en un paraíso fiscal.
Esos cien millones suizos corresponden a una comisión opaca entregada al anterior rey desde Arabia Saudí y llama la atención que ni siquiera decidiera regularizarlos con la amnistía fiscal de Montoro, la que el TC declaró anticonstitucional cuando ya todos los evasores habían aprovechado el chollo. Al no haberlos declarado a la Hacienda española, puede muy bien el ex rey tener actualmente una deuda de 50 millones con el fisco, más los intereses y las multas que correspondan.
Y no pongo en duda la “inocencia” por impunidad de Juan Carlos I, un blindaje que siempre conduce al vicio y al delito. Pero el dinero es el dinero, y lo queremos.
Tras episodios como este, anunciados desde hace tiempo y con nuestras florecientes cloacas implicadas hasta el nivel del suelo, solo vale concluir que lo de Urdangarín no fue cosa de un deportista dispuesto a convertir en dinero fácil un braguetazo, sino un delito más en el ambiente de total impunidad que la “familia real española” ha disfrutado, y sigue disfrutando gracias a la Constitución.
Como los medios de comunicación más leídos, escuchados y vistos están ocultando gracias a un Coronavirus importado la mayor enfermedad de España, llamada corrupción, es necesario realizar un esfuerzo permanente para aprovechar todas las oportunidades de sacar el asunto a la palestra.
Aquí, en el Canal 4 TV de Mallorca, desde el minuto 21:15 hasta el 29:40
nos costó bastante mantener las formas para disimular el cabreo.