Estimados, o no, miembros de la lengua espontánea:
Repetid conmigo: polla. Así, espontáneamente: polla. Si queréis, podéis hacer una pausa: po… lla. Incluso os animo a construir una frase: estoy hasta la po… lla. En este entrenamiento lingüístico que acabamos de iniciar, también podéis atreveros a pronunciar otras frases. Por ejemplo: con el dinero de todos los españoles, el inviolable folla con su polla, antes de comer cebolla, pero nunca donde tiene la olla. Lo habéis logrado, ¿no? Ahora probemos quitando la última letra: poll. ¿No? No lo hagáis espontáneamente. Intentad que las sinapsis cerebrales ordenen que la punta de vuestra polla no toque el paladar (quería decir de vuestra lengua. La punta de vuestra lengua. Sorry). Es que si la punta de la lengua toca el paladar, os saldrá pol y no, poll. El truco consiste en subir toda la lengua hacia arriba, como cuando los fachas levantan el brazo, pero con la lengua. Sabadell… Martorell… Meritxell… ¡Venga, ánimo! Os he visto pronunciar correctamente Shakespeare, Molière, Caravaggio y pizza. Bueno… pizza, no. He oído pisa, picsa, picha… Un drama.
Pero vayamos al centro de la cuestión, al meollo intelectual del tema: ¿qué provoca que unos doctos académicos, supuestamente empáticos con las demás lenguas, afirmen que, como en castellano no existen palabras acabadas en el dígrafo ll (cosa que no es cierta), la debes pronunciar como te salga de la poll… a? En fin. Agarrémonos de la mano como buenos vecinos y soñemos. Soñemos con intelectuales que animen a los españoles a pronunciar correctamente los topónimos de ciudades y pueblos supuestamente españoles. Soñemos con la posibilidad de que el esfuerzo que ponen en no decir saquespeare, moliere o caravacho, lo empleen en decir Sabadell. Soñemos con ese día en el que los últimos estertores del imperio español lo den por finiquitado y que el electroencefalograma del supremacismo panhispánico propocione una recta infinita. Soñemos… pero como buenos vecinos, cuando los catalanes podamos decir espontáneamente: NO EM TOQUIS LA… LLENGUA.