Ya es un grito en el cielo. Sánchez está llevando la crisis del Covid-19 de manera erratica, caótica, funesta, prepotente y llega tarde a todo. Lo hace de manera que lo haría la derecha más casposa del Estado, de manera acomplejada por lo que pueda decir esta. No hace caso de las CCAA que aconsejan cerrar según que territorios, como por ejemplo Madrid, o Catalunya, aunque sea por diferentes motivos. Y por sus retrasos lo pagará.
El Gobierno de Pedro Sánchez teme una avalancha de denuncias por su gestión en los primeros pasos en la crisis del coronavirus y por los problemas detectados (falta de material y de coordinación) más adelante. El país va camino de los 2.200 fallecidos, y otras decenas de miles luchan contra la muerte. Ante la situación de crisis, fuentes del Ejecutivo dan por hecho que pronto afectados, médicos, territorios, o partidos de la oposición llevarán el asunto a los tribunales. Señalan como principal error haber permitido la manifestación feminista cuando había centenares de infectados: «El 8-M será la condena de Sánchez», dictan ya diferentes sectores.
En Europa ya se han presentado las primeras denuncias, por ejemplo en Francia. Un grupo de médicos quiere llevar a los tribunales la gestión de Emmanuel Macron, y concretamente la de su ministro de Sanidad, por los retrasos en decretar la alarma sanitaria. El escenario es parecido al español pero #MarcaEspaña es mucho peor. Máxime porque en Francia el partido de oposición de Jean Luc Mélenchon ha respaldado la iniciativa, y no se puede excluir que en España pase lo mismo.
Pero en Esaña es mucho peor. Hay al menos tres datos que preocupan al Ejecutivo. Primero, la voz de alarma que llegaba desde Italia, más los datos de China, explicando lo que ocurría ya a finales de febrero y que España ignoró. Segundo que el dos de marzo, Sanidad barajó frenar las aglomeraciones, pero reculó el día siguiente, declarando “moderado” el riesgo para el país. Esa semana el Ejecutivo dio su visto bueno a la celebración de partidos de fútbol, actos políticos y una manifestación del 8-M con 120.000 personas.
La OMS llevaba días pidiendo medidas de contención y la UE envió una recomendación alertando de que las concentraciones multitudinarias «propagan el virus», con lo que elevaba el nivel de riesgo de «moderado» a «elevado». España hizo caso omiso y cuando lo indicó fue tarde. El tercer dato que preocupa a Sánchez atañe a los movimientos dentro del propio Ejecutivo. Hubo ministros que pidieron evitar “recomendaciones” oficiales para alertar sobre el contagio en la marcha. Nadie quiere denunciarlo públicamente, pero se sabe.
Sánchez está contra las cuerdas, se le ve nervisoso y solo se le ocurre sacar al ejército a la calle y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Lamentable. Por ejemplo, el Gobierno dificulta a los hospitales desbordados contratar a médicos extranjeros. El Ejecutivo sigue sin homologar los títulos de profesionales extracomunitarios que esperan ser contratados. Solo en Madrid hay una lista de cai un millar de médicos que no pueden ayudar en la emergencia. O el caso del «Hospital más grande Europa» del que informabamos ayer, que sigue cerrado. Mientras Sánchez de mal en peor.