“No es momento de discutir ni de cuestionar. Es momento de apoyar” dicen pretendidos “positivistas. En parte. De acuerdo en apoyar pero ¿qué apoyamos? ¿Qué debemos apoyar? Más cierto es que, o se pone remedio ahora al problema creado a los arrendatarios, o pronto veremos familias durmiendo en portales o al relente. Y esto erá mucho más grave antes de terminar la cuarentena. O se remedia ya la escasez de material preventivo o los contagios se extienden sin freno al personal sanitario. ¿Qué haremos entonces, sin quien nos cuide? Quien más sabe de esto, China, advierte: “lo estáis haciendo muy mal”. Advertir no es de mal agüero ni de traidores. Traición, en todo caso, será parecer sordos ante la realidad de que la progresión avanza en España a mayor velocidad que en Italia. ¡Por fin un gran record mundial! Pero no era ese el que queríamos. Los administradores necesitan serenidad para trabajar. Y los pobladores necesitamos tranquilidad para respirar, para continuar satisfechos en nuestro encierro. Porque la inmensa mayoría está cumpliendo (El confinamiento empezó tarde, aunque en Andalucía y tal vez otros lugares, motu proprio, comenzó el mismo viernes por la tarde, antes de ser obligatorio), no nos recuerden aquel verso del poema: “(¡Dios, que buen vassallo si obiesse buen señor!).
Criticar es más fácil que hacer, no cabe duda. Pero la ciudadanía no tiene otro recurso y la crítica suele ser constructiva; lo malo es que, subidos a su torre de poder, no la acepten por creerse superiores. La gente está cumpliendo, ¿qué menos que quienes mandan correspondan? Corresponder es aprender de quienes ya han pasado o están terminando de pasar la epidemia y de quienes la sufren con más virulencia. Corea del Sur, un país democrático, pro-occidental, pudo frenarlo porque hizo la prueba, el test, a todo el mundo. A todos. ¿Por qué aquí no se hace si los cinco primeros días de la incubación son vitales para el desarrollo de la enfermedad? En los escasos lugares dónde la hacen desde el coche (Y a quien no tenga coche ¿se la harán desde la puerta, o tendrá que coger un taxi?) necesitan prescripción médica. Pero para eso hay que ir al médico, que no concuerda con el “quédate en casa”.
Y la tan necesaria coordinación europea ¿dónde está? Si se hubiera dado ya, habría rebajado la situación y hubiera salvado vidas. No hacía falta refregarnos el invento especulativo que es, para beneficio de los grandes grupos empresariales. Al menos por conservar su imagen, que poco les ha importado. Porque ha faltado lo más importante: la defensa común, la acción coordinada común, el cierre de todas las fronteras. Con la crítica no creamos bulos, ni es un bulo prever que podemos necesitar el confinamiento pleno, o convertir en excepción la alarma
El deber de todos es prevenir; y a más responsabilidad más fuerte es el deber. En una partida de ajedrez se deben prever las cuatro, cinco o seis jugadas siguientes. ¿Quién cometería la locura de esperar a que le coman el rey para hacer un movimiento? Quizá lo pasado no sirva más que para aprender, pero al menos que sirva para aprender y para pedir responsabilidad. Si ha fallado la previsión, si se empezó tarde sin preparar medios necesarios, córtese, termínese esa actitud. Recabar toda la ayuda posible de lo bueno y lo malo que hayan hecho otros es fundamental. Aquilatar y cumplir las normas hasta el límite y no permitir el mínimo dislate, para no ir del estado de alarma al de excepción