España puede conocer en breve, sino lo sabe ya, la app que nos saque de casa en la postcuarentena. La Secretaría de Estado de Inteligencia Artificial anunció su participación en un proyecto europeo originado en Alemania llamada PEPP (siglas en inglés de Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad). Su objetivo es rastrear los contactos de los teléfonos por bluetooth para detectar quién ha estado cerca de alguien que luego ha dado positivo.
Estos sistemas de rastreo de contactos funcionan así: cada teléfono emite y recoge códigos de teléfonos cercanos cada 15 minutos, que se almacenan en dos listas, códigos enviados y códigos recibidos. Ninguna lista estará ligada a la identidad del usuario. Cuando alguien dé positivo, su lista de códigos enviados será subida a un servidor, que la retransmitirá para el móvil de cada usuario compruebe en su lista de códigos recibidos si ha estado en contacto con ese infectado.
Es uno de las grandes debates de las últimas semanas: ¿cómo evitar un rebrote del coronavirus tras el confinamiento? Varios países, desde Corea del Sur a Singapur pasando por Israel, han recurrido a la tecnología con mayor o menor éxito y con diferentes grados de respeto (o atropello) de la privacidad. De momento, solo hay consenso en que las aplicaciones de rastreo de contactos son la solución. En todo lo demás nadie se pone de acuerdo. ¿Cómo van a funcionar técnicamente? ¿Van a servir de algo? ¿Se van a poner los Gobiernos en manos de Apple y Google? ¿Se está gestando un nuevo Gran Hermano?
Si algo parece inevitable ahora mismo es que dentro de unas semanas, tal vez un par de meses, tendrás instalada una ‘app’ en tu teléfono que servirá para intentar evitar un rebrote del coronavirus. Casi todos los países europeos, España incluido, están estudiando cómo crear estas ‘apps’. Algunos van muy avanzados, como Alemania o Francia (y EEUU), otros menos, como España. Christian Drosten, el ‘Fernando Simón’ alemán, aseguró esta semana que «la ‘app’ es imprescindible y necesitamos convencer a cuanta más gente mejor para que se la descargue».
Para que la idea funcione de verdad, al menos el 60% de la población se la debería descargar. Es decir, 50 millones de alemanes o 30 millones de españoles. Esta es la cifra que el Gobierno español, en contacto continuo con Alemania para este proyecto, tiene ahora mismo en mente. Veremos si no es el principio del Gran Hermano de George Orwell en «1984».