–¿Es la guerra? Que se ponga… ¿Se acuerdan? No, lo que estamos viviendo no es un chiste de Gila. El Gobierno está intentando recuperar el dinero que pagó por los 640.000 test de antígenos que compró a través de un distribuidor español a la empresa china Bioeasy y que resultaron defectuosos después de descubrir que la nueva partida que envió la empresa para sustituir los que no funcionaban tampoco sirven porque cuentan con la sensibilidad necesaria, según ha informado El País.
Como ocurrió la primera vez, tampoco estas cuentan con la sensibilidad necesaria, es decir, tienen una alta probabilidad de no detectar el coronavirus en una persona que esté contagiada. Bioeasy mandó una muestra de los test, que usan el método de la fluorescencia, y el Instituto de Salud Carlos III los sometió a análisis.
Finalmente, al ver que no contaban con la sensibilidad requerida, el Gobierno decidió cancelar completamente el pedido. Sanidad ha confirmado a EL PAÍS que se ha iniciado un expediente de reintegro para recuperar lo que pagó por los test. El ministerio sigue sin desvelar cuánto le costó el encargo a Bioeasy y quién es el misterioso intermediario español que hizo la operación.
Sanidad no está publicando los contratos de compras de material sanitario pese a que la Junta Consultiva de Contratación Pública, dependiente del Ministerio de Hacienda, ha emitido un informe en el que asegura que debe hacerlo. Otra irregularidad más que el Gobierno de Pedro Sánchez deberá responder cuando acabe este mál chiste de Gila sobre la guerra.