ANÁLISIS | La situación que está protagonizando la Comunidad de Madrid es sorprendente, por no llamarlo de otra manera. Y es que Díaz Ayuso parece estar esforzándose por equivocarse una y otra vez. Sin parar.
Puede entenderse que en estas circunstancias todos debemos respetar y dar un margen amplio para el error: la situación es excepcional, el peligro desconocido y los medios insuficientes. De acuerdo. Pero es evidente que cuando una persona gobierna, supuestamente para gestionar el beneficio de la ciudadanía en su conjunto, debería tomarse en serio a quién y a qué se debe.
Resulta evidente que Díaz Ayuso está al frente de la Comunidad de Madrid para hacer lo que suelen hacer los de su cuerda: utilizar los recursos públicos para que los sectores privados saquen provecho de ello. Básicamente para ello. Y utilizan sus redes, sus medios, sus voceros para hacer campañas políticas que enmascaran lo que realmente pretenden hacer: derivar fondos públicos a chiringuitos y negocios privados. Siempre hacen lo mismo. Y si para ello hay que hacer trampas, se hacen. Si para ello hay que cerrar plantas de hospitales, se cierran. Si hay que atiborrar los niños a comida basura, pues se les atiborra. Total, el dinero es de todos, y en definitiva, de ninguno.
Después de escándalos como la fiestecita que montó Ayuso al cerrar el hospital de campaña de Ifema, después del escándalo de la comida escolar con la que ha beneficiado a Telepizza de una manera vergonzosa y vergonzante, después de haber amenazado a más de diez mil profesionales con echarlos a la calle en plena pandemia, ahora viene la última: cómo desescalar en las medidas de confinamiento.
Y da lo mismo para Ayuso que la OMS y distintos expertos adviertan que Madrid o Cataluña son lugares en los que será necesario actuar con mucha prudencia y con especial atención, debido al peligro de rebrote y a la cantidad de contagios que pueden producirse en ellos. Da lo mismo que las cifras durante estos dos meses nos muestren que lo sucedido en Madrid ha sido una auténtica barbaridad. La situación del personal sanitario, las muertes en residencias de ancianos. Eso a Ayuso le da igual. Ella quiere desconfinar cuanto antes para que la gente salga, trabaje, compre, gaste, consuma. Como Trump en su día, más o menos, dijo que asumía la gente que tuviera que morir por COVID-19, pero que la economía no se podía estancar.
Algo parecido es lo que pretende esta mujer. Supongo que habrá echado cuentas y saldrán positivas. Para sus colegas, sus compiyoguis, claro. Porque normalmente los que mueren no son esos, son los que se infectan por usar el transporte público, se infectan trabajando en hospitales, se infectan porque previamente tenían patologías previas que probablemente pudieran haber sido mejor atendidas en una sanidad con mayor atención y menos listas de espera… En fin, que ya se sabe quién está en riesgo en términos vitales y quién ve sus ingresos peligrar. Adivine por quién apuesta Ayuso.
Ayer le dimitió la Directora General de Salud Pública porque no quería solicitar que Madrid entrase ya en Fase I. La bronca debió ser monumental, y esta mujer se plantó. Pero no hay problema que Díaz Ayuso no pueda solucionar a golpe de amiguetes. Porque parece ser que fue difícil encontrar a quien aceptase asumir semejante marrón. Pero ahí estaba el Doctor Zapatero, experto en marrones: primero el de Ifema, ahora este de la desescalada.
Se preparó un documento chapucero a última hora, sin detalles, sin firma. Claro, porque todavía no había dado tiempo a que hubiera un nombramiento formal de Zapatero… y de prisa y corriendo, fuera de plazo y sin cumplir con el formato establecido, Madrid se lanza a solicitar que le dejen abrir ya el lunes.
La respuesta del Gobierno central se conocerá esta tarde. Pero todo apunta a que a Madrid le van a decir que se espere un poquito. Que no corra tanto y que no tenga prisa. Que quizás Ayuso ande «desfasada» y quiera quemar etapas por las prisas que posiblemente tengan sus colegas para hacer caja.
En Madrid ha habido más de 14.000 muertos en esta pandemia asociados al COVID-19, acumula casi el 30% de los casos de toda España.
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