A estas alturas del Estado de Alarma y el confinamiento, para los que pasan la cuarentena solos la experiencia es particularmente agobiante, como para los niños que crecen sin caricias (tienen peor salud física y mental que los demás) o los detenidos en confinamiento solitario. El antropólogo Paul Byers estudió los efectos debilitantes del fenómeno que llamó “Hambre de Piel” en los ancianos, posiblemente el segmento de población menos tocado.
“’Hambre de Piel’ es el término de uso común para lo que en la ciencia se conoce como privación del afecto, que está asociado a una serie de daños psicológicos e incluso físicos para la salud”, dijo Kory Floyd, profesor de comunicación en la Universidad de Arizona especializado en los vínculos entre el afecto táctil y el estrés, la depresión, la soledad y la ansiedad. “La gente que vive sola es más susceptible, y ahora sería razonable argumentar que casi todos somos más susceptibles que lo normal a la falta de tacto y otras formas de conducta afectiva”.
Perder el contacto de la piel, al mismo tiempo que se pierden las rutinas, la exposición a la luz natural, la calidad del sueño y hasta el cálculo interno del tiempo, es probablemente una de las fuentes de trauma que hará del mundo por venir una experiencia difícil. También hace más dura la muerte de aquellos que sucumben al nuevo coronavirus, aislados para no contagiar, sin otra mano que los toque que la de los profesionales de la salud, siempre con guantes.
Para la investigadora del Instituto para la Investigación del Tacto (TRI) en la Universidad de Miami, Tiffany Field, que explica en un interesantisimo artículo en Wired. “Cuando tocamos la piel se estimulan los sensores de presión subcutáneos, que envían mensajes al nervio vago [del cerebro]”. “A medida que aumenta la actividad del nervio vago, el sistema nervioso se desacelera, bajan el ritmo cardíaco y la presión sanguínea y las ondas cerebrales muestran relajación. También bajan los niveles de las hormonas del estrés, como el cortisol”, agregó para explicar la necesidad biológica del contacto físico. Al mismo tiempo aumentan los niveles de oxitocina, la hormona del amor, que crea vínculos y por eso participa en el sexo y el nacimiento.
Si bien antes del SARS-CoV-2 muchas naciones desarrolladas tenían normas que limitaban el contacto físico en escuela e instituciones públicas, por razones de cuidado y para evitar juicios, y desde la masificación del teléfono movil es común interactuar con la pantalla más que con los desconocidos en el autobús.
Field dijo ese periódico británico que no tenía dudas de que “la privación del tacto es un trauma fuerte para las personas acostumbradas al contacto físico que hoy están separadas, como las nuevas relaciones románticas, o la gente que está hospitalizada”. En una encuesta que realizó entre el 25 de marzo y el 5 de mayo, el 43% de los participantes dijeron que sintieron soledad, el 58% dijo que experimentó sensaciones de aislamiento y el 42% se quejó por la falta de contacto físico. La pandemia y su brutal confinamiento confirma el ‘Hambre de Piel’.