Siempre son los creadores, aquellos que ven donde los demás no ven, que nada les pasa desapercibido. Este es el caso de compositor andaluz de origen ruso, Yuri Chugúyev al que, ver a tropas del ejército y médicos rusos aterrizar en Italia para ayudar a la población italiana, le provocó, de modo inmediato la urgente necesidad de crear una obra sinfónica de agradecimiento a la labor humanitaria de Rusia hacia Italia. Estos son lo motivos de la composición que lleva un título que nos recuerda a la legendaria película de James Bond, pero nada más lejos de la realidad.
Para los que seguimos la obra del Maestro Yuri Chugúyev desde sus inicios, nos enfrentamos a nueva obra, ya sabemos lo que vamos a escuchar. Esto que, en principio, y para muchos pudiera ser negativo, en el caso de Yuri es todo un acierto, pues sabemos que nos vamos a encontrar con un valor seguro que mejora obra tras obra, como debe ser. Al abrir las partituras, y preguntarle al maestro en cuantos tiempos ha dividido esta, este me contesta que uno, cuarenta minutos de sinfonía sin un minuto de respiro, me preparé para algo que debería ser trepidante.
Así fue, desde la primera nota, desde los compases iniciales, nos encontramos a Yuri Chugúyev en estado puro. Esperar de un “anda-ruso”, como le gusta decir a los amigos, una obra rusa, cuando desde hace tiempo escribe obras dedicadas a otros países, a otras culturas, era esperar a Yuri es su ambiente, en aquello que más cómodo pudiera sentirse. Rusia exploto, ante mis ojos fijados en la partitura, y mis oídos por lo que entraba todo un chorro inacabable de la mejor, y más actual música sinfónica.
Tras como transcurren los minutos, la obra va destapando su desnudez para una simple sinfonía. A cada avance de compás, más comienza a parecerse una ópera, a uno de esos espectáculos de la mejor época del Mozart de la Flauta Mágica, pero en pleno siglo XXI. Opera que Yuri comienza a desgranarme pasaje a pasaje. Aquí la Orquesta del Ejército Ruso, al lado Banda de Carabinieri Italianos, todos con sus uniformes, y para completar la ópera una tamborrada eslava y sus bailarinas. ¿Quién da más?
No, no es una ópera, nada que ver, es una sinfonía de las que rompen la inercia de la música, de las que marcan una ruptura en la composición, y el como afrontar la música clásica para las próximas décadas, pero del mismo modo, significan un seguro de calidad y el regreso del sentido común, ya que al siglo que nos enfrentamos es el siglo de saltos hacia delante, y esta obra lo es, y lo es, porque marca la síntesis del arte, del avance del arte, que siempre debe tener, y esta obra lo tiene, un pie apostado sobre el clasicismo, y otra en la vanguardia. Es así, y solo así, como avanza la música que permanece. Estamos, en resumen, en una nueva obra, para un nuevo mundo post pandemia muy falta de nuevas emociones artísticas.
La ilusión, en estos momentos, es poder hacer realidad este proyecto con el estreno en la ciudad de Bergamo, pues fue donde más esfuerzo se realizaron los militares rusos. Para ello están en marcha diversas fundaciones y agentes sociales, entre los que podemos resaltar la Fundación Rusa «Malevich-Skolkovo», creada para implementar proyectos culturales, incluidos los relacionados con la popularización de obras musicales. Es de resaltar que la presidenta de la organización, Irina Zaika, es la secretaria científica del Consejo de Patrimonio de la Unión de Arquitectos de Rusia y experta en la UNESCO. Del mismo modo cuanta con la Fundación Orden de la Paz, 100 ciudades por la Paz entre otras.
Espero que esta obra, nacida desde los momentos más trágicos de la pandemia en Europa, pueda verse estrenada de la forma más rápida posible con el máximo de apoyos que merece. Gracias Yuri por este nuevo regalo a la cultura mundial en momentos tan difíciles para la humanidad.
Pedro I. Altamirano