Entrevistar a Santiago Espot es una inmersión en las profundidades del separatismo catalán más en estado puro. Un pozo de aire fresco donde ir a respirar un rato, antes de volver a la lucha por la República. No es momentos de ideologías, ni de intereses partidistas, sino de lucha.
Por ello esta entrevista a Santiago Espot, un político hombre, que no hombre político, que no es lo mismo, pegado al suelo, cercano a las personas, y sobre todo con las ideas muy claras, gusten o no guste, pero lo que nadie puede negar es la sinceridad y determinación por la independencia. Un refuerzo necesario para el empuje hacia delante que tanta falta hace en estos momentos de aparente estancamiento en la lucha.
Qué te hace dar el paso a la política, y desde cuándo.
Recuerdo que empecé a interesarme por la política a los 16-17 años, a partir de conocer los hechos del mayo del 68 francés a través de un libro. Me fascinó el aire revolucionario que desprendía la descripción de aquellos hechos. Una actitud normal en la adolescencia.
Abandoné de todos modos muy pronto esa línea ideológica para abrazar, y hasta el día de hoy, la causa de la independencia de Catalunya.
Has sido siempre separatista, o te has ido convirtiendo en separatista
Fue durante el llamado servicio militar y constatar el desprecio que experimentaba en muchos sectores de su población la identidad nacional catalana, sobretodo el factor lingüístico.
A partir de ahí me hice las dos siguientes preguntas: ¿siento algo por España? Nada, me respondí yo mismo. Entonces, ¿qué patria tengo? Llegué a la conclusión que únicamente Catalunya. Porque la patria es como la madre, solamente tienes una. Ahí me hice separatista.
De todas formas, reconozco que tampoco entendía la actitud poco combativa i contemporizadora con España que mostraban la mayoría de mis compatriotas. Veía una serie de contradicciones que no entendía y eso me hizo tener una especial inquietud para entender la mentalidad de mi pueblo. Eso fue lo que me condujo a conocer a la persona que me marcó para siempre política y también personalmente en muchos aspectos: el profesor i psicólogo Carles M. Espinalt (1920-1993). Es quien mejor ha conocido la psicología colectiva de los catalanes. Como todos los pueblos colonizados padecemos un complejo de esclavo o complejo EE (estado español), como él definió y analizó.
Dónde estuviste el 1 de octubre y cuáles fueron tus sentimientos
Estuve durante la mañana en el colegio electoral de mi barrio en Barcelona, el Poblenou. Después, por la tarde, dando vueltas con amigos y compañeros por algunos otros colegios de la capital para hablar con la gente y ver el clima que se respiraba.
Mis sentimientos, con toda sinceridad, estaban exentos de emoción porque sabía que ese referendo no conduciría a nada, tal como me había hartado de advertir de palabra y por escrito durante meses. Ahí está la hemeroteca. Una votación que no ofrecía ninguna garantía de homologación internacional (sin junta electoral, sin tarjetas censales, sin ningún apoyo de ningún estado, sin campaña electoral…) no podía tener jamás ningún reconocimiento. Era un farol que, desgraciadamente, muchos compatriotas se tragaron. Ahora ya se ha visto.
Por otra parte, la violencia de la policía española y la guardia civil, naturalmente me indignó y les deseé todas las enfermedades mortales del mundo. Ahora bien, sé el odio que les genera Catalunya a esos energúmenos y, por tanto, su reacción cavernícola no me resultó extraña.
Te sentiste traicionado con la suspensión de la DUI
No, porque como he dicho ya intuía que todo era un teatro para negociar con el estado. Los propios actores lo han reconocido públicamente. Una DUI es la substitución de una legalidad por otra con el uso, si es necesario, de la fuerza. Jamás contemplaron este escenario. Nunca peligró la legalidad española en Catalunya. La prueba es que con una querella del fiscal general del estado todo se acabó. Además, dos meses después, el gobierno de Madrid impone unas elecciones y todos los llamados partidos independentistas acuden a participar de forma entusiasta.
Traicionó el Govern de Catalunya al pueblo
Para traicionar siempre considero que hay que tener una cierta talla. Los grandes traidores de la historia no son cualquier cosa. Más bien, diría tomadura de pelo. Se querían aprovechar en beneficio propio de la ilusión y los sentimientos de la gente. Los catalogaría como farsantes. O sea, hemos vivido, antes que una traición, una farsa. Eso sí, con consecuencias dramáticas para sus protagonistas que deseo que finalicen lo antes posible. Mis discrepancias con ellos, no significa que no censure y combata la injusticia que se ha hecho con ellos.
Quién y porqué se ha parado el procés
Como dice un refrán español: entre todos la mataron y ella sola se murió. Ahora toda la clase política catalana que se proclama defensora de la independencia le tiene pánico a una citación judicial de la Audiencia Nacional o el Supremo. Antes nos derrotaban con el ejército, ahora solo hace falta que envíen un burofax des de Madrid. No es que esté parado el llamado “procés”, está muerto y enterrado tal y como se ha conocido hasta ahora.
Son los partidos actuales capaces de llevar a Catalunya hacia la independencia
No, porque lo que pretendían repito era negociar un mejor autogobierno y no fundar un estado independiente. Pero es igual, imaginemos que sí, que querían romper con España. Pues bien, ahora dicen que lo volverán a intentar de la misma manera y con las mismas estrategias con las que fracasaron. Einstein decía que ”una locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Posiblemente estamos en manos de personas que no acaban de tener la cabeza encima de los hombros.
Es partidario de la unidad, o de una nueva opción política con nuevas personas comprometidas con la República, alejadas de compromisos partidistas
La unidad por si sola no garantiza la independencia o el éxito de cualquier empresa. Sea política, empresarial o científica. Lo que garantiza el triunfo es el talento, la audacia, el carácter i la inteligencia. ¿Tenemos dirigentes con estas características? Esa es la pregunta que primero debemos hacernos. Y la respuesta es un NO com una catedral. Por tanto, se trata de encontrar primero compatriotas que se acerquen a estos valores que acabo de describir y que estén dispuestos a jugar fuerte y hasta el final por la causa de Catalunya. Si los tenemos, ganaremos.
Que opinas de ampliar la base por la República contando con la diáspora andaluza
Absolutamente necesario e indispensable. Todos aquellos catalanes de origen andaluz que aún no sienten el ideal de una Catalunya independiente lo sentirán siempre y cuando vean en el independentismo un estilo decidido a ganar, duro, vibrante y dispuesto a encararse abiertamente con los poderes españoles. Eso nos dará un aire de vencedores. Y ya se sabe, nadie se apunta a una causa perdida. Todo el mundo, sea andaluz, catalán o sueco, se sube al carro ganador.
En todo caso, liderarías este movimiento social por la República sin marcha atrás y con todas las consecuencias.
Sí. Por eso he decidido impulsar Força Catalunya, que es un nuevo partido que recoge el espíritu político y nacional que he descrito de forma genérica en esta entrevista. Si la pregunta es si estaría dispuesto a jugarme la cara por la independencia de mi nación, la respuesta es “sí”. Como también hemos de estar dispuestos a hacer cosas que son tan agradables como manifestarnos pacíficamente con música y luces de colores. Fundar un estado siempre es duro, y más cuando delante tienes a quien está dispuesto a matarte para impedirlo. Son las reglas del juego que nos imponen. Muy bien. Desde Força Catalunya estamos dispuestos a jugar este partido y con esas reglas. Veremos quien aguanta más.
Para terminar, que le dirías al pueblo de Catalunya
Dos cosas muy simples: la primera que sea exigente con sus dirigentes políticos y que no se deje llevar por el sentimentalismo fácil al cual le conducen muchas veces estos dirigentes. Les han hecho a los catalanes chantaje emocional durante muchos años para obtener sus votos. Y la segunda, que no tenga miedo de España. Es un tigre de papel.
Pedro I. Altamirano